La casualidad ha querido que esta primera “pieza” de mi museo imaginario provenga de mi infancia. Es una pieza difícil de encajar. Está formada por una madeja de recuerdos, sonidos, texturas y lugares. Si pudiera, reproduciría una estancia con la barbería a la que iba a pelarme de pequeño. Un entrañable lugar, pequeño y atiborrado de lociones y utensilios, pero bien ordenado al que se accedía por una de aquellas populares cortinas trenzadas de tubitos marrones de plástico que, aparte de enredarse siempre al entrar, hacían un sonido especial al moverlos y chocarse unos con otros. Pero la sorpresa aguardaba en su interior: una jungla de pájaros y trinos me recibía como bienvenida. Hasta el más pequeño espacio de la pared estaba ocupado por jaulas grandes y pequeñas en cuyo interior competían en movimientos e intensidad cantora canarios, jilgueros, lúganos y otras muchas variedades ornitológicas.
La algarabía de estas aves cantoras se confundía con el cuchicheo metálico del ir y venir de las tijeras del barbero. Me veo siendo niño sentado ante el espejo en el alzador de madera sobre aquel redondo y viejo sillón giratorio por el que seguramente había pasado medio pueblo y más de una generación. Me veo absorto ante la polifonía cantora, el horror vacui de las paredes, los candelarios, el olor a pelo cortado y húmedo, el olor de jabones y lociones y envolviéndolo todo, el inconfundible olor del alpiste para los pájaros. Todo el conjunto producía en mí (al menos así lo recuerdo) una sensación placentera, aunque a veces la decisión de pelame no fuera del todo "voluntaria". Como una película panorámica, veía en el reflejo del gran espejo que tenía frente a mí el ir y venir frenético de los pájaros en sus jaulas, sentía el canto especial del jilguero o el del canario mientras mis mechones de pelo caían al suelo y observaba el reflejo de los transeúntes que pasaban frente a la puerta de la cortina.
En la cuidad ya no quedan muchas de estas barberías de pueblo. En las modernas peluquerías unisex como a las que voy todo es amplitud, orden y amabilidad. Casi todas tienen música ambiental y moderna. De hecho, hace poco fui a pelarme a una de ellas. Conforme el peluquero hacía su trabajo, comencé a añorar aquellos polifónicos trinos y aquel espacio de mi infancia. No por nostalgia, sino por puro placer. Cerré los ojos e intenté escuchar a los pájaros, sin conseguirlo. Por eso pensé que tendría que llevármelos junto con la barbería a mi museo imaginario y rescatarlos de ese rincón (ahora recuperado) de mi memoria. Aquí están. No son los mismos, porque están "enlatados" y porque falta el ris ras de las tijeras y el parloteo de Fernando Cacerillo (que tal era su nombre y su mote de familia) con los otros clientes y por supuesto, la radio de fondo con sus retransmisiones deportivas . La imagen de la barbería del video que encabeza el post se parece bastante a la que recuerdo. Por eso la utilicé para añadirle el sonido de los pájaros….La que yo conocí ya no existe. Su puerta con su cortina de tubitos de plástico marrón hace años que fue tapiada. El barbero todavía vive, muy mayor pero vive. Ahora va a pelar a sus viejos clientes a domicilio, por puro placer, con su bolsita con sus afeites y tijeras.
La algarabía de estas aves cantoras se confundía con el cuchicheo metálico del ir y venir de las tijeras del barbero. Me veo siendo niño sentado ante el espejo en el alzador de madera sobre aquel redondo y viejo sillón giratorio por el que seguramente había pasado medio pueblo y más de una generación. Me veo absorto ante la polifonía cantora, el horror vacui de las paredes, los candelarios, el olor a pelo cortado y húmedo, el olor de jabones y lociones y envolviéndolo todo, el inconfundible olor del alpiste para los pájaros. Todo el conjunto producía en mí (al menos así lo recuerdo) una sensación placentera, aunque a veces la decisión de pelame no fuera del todo "voluntaria". Como una película panorámica, veía en el reflejo del gran espejo que tenía frente a mí el ir y venir frenético de los pájaros en sus jaulas, sentía el canto especial del jilguero o el del canario mientras mis mechones de pelo caían al suelo y observaba el reflejo de los transeúntes que pasaban frente a la puerta de la cortina.
En la cuidad ya no quedan muchas de estas barberías de pueblo. En las modernas peluquerías unisex como a las que voy todo es amplitud, orden y amabilidad. Casi todas tienen música ambiental y moderna. De hecho, hace poco fui a pelarme a una de ellas. Conforme el peluquero hacía su trabajo, comencé a añorar aquellos polifónicos trinos y aquel espacio de mi infancia. No por nostalgia, sino por puro placer. Cerré los ojos e intenté escuchar a los pájaros, sin conseguirlo. Por eso pensé que tendría que llevármelos junto con la barbería a mi museo imaginario y rescatarlos de ese rincón (ahora recuperado) de mi memoria. Aquí están. No son los mismos, porque están "enlatados" y porque falta el ris ras de las tijeras y el parloteo de Fernando Cacerillo (que tal era su nombre y su mote de familia) con los otros clientes y por supuesto, la radio de fondo con sus retransmisiones deportivas . La imagen de la barbería del video que encabeza el post se parece bastante a la que recuerdo. Por eso la utilicé para añadirle el sonido de los pájaros….La que yo conocí ya no existe. Su puerta con su cortina de tubitos de plástico marrón hace años que fue tapiada. El barbero todavía vive, muy mayor pero vive. Ahora va a pelar a sus viejos clientes a domicilio, por puro placer, con su bolsita con sus afeites y tijeras.
3 comentarios:
La barbnería a la que te refieres es una que había en la calle Betis en Sevilla
Mayalem, sé a qué barbería te refieres. Luego montaron allí "La Barbería", una galería de Arte, que creo, conservaba uno de esos sillones giratorios como el que aparece en el vídeo (que es una barbería de Granada,por cierto). Y casualidades de esta vida, caigo ahora en la cuenta de que en dicha galería adquirí hace años en una feria de Arte un grabado maravilloso de Paco Aquilar titulado "Kashba", que preside mi salón .
Pero no es esa la barbería de mi museo imaginario. Era una de del pueblo de Huelva donde nací , cerquita de Bollullos.
Joder, que bueno manuell,a mi y ami padre todavia va casarillo ha pelarnos a casa.la verdad es una maravilla como escribes tio.hoy por cierto lo ha visto por el charral y me acordé del post.
un saludo.
un paisano de almonte.
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