sábado, 25 de septiembre de 2010

Rothko, el pintor de los silencios


Todos los días significan algo, cada día para alguién en algún rincón del ancho mundo , significa algo. Hoy, esta noche, es 25 de Septiembre y me vengo a enterar - como ya viene siendo costumbre- por Twitter, que tal día como hoy,   nació allá por 1903 en algún lugar de la Letonia rusa, Marcus Rothkowitz, de origen judío , emigrado a Estados Unidos a los 7 años y que llegaría a ser más conocido en el mundo del Arte como Marc Rothko. Y pensé que bien se merecía dedicarle este post.

He admirado de siempre a muchos artistas y a muchas obras de arte de diferentes épocas y estilos. Cuando he tenido la inmensa suerte de verlas en directo, algunas obras y artistas se me han desinflado a la vista y otras, sin esperarmelo, me han dejado una huella imborrable. Éste es el caso de Rothko, cuando pude contemplar una muy especial e intimista exposición suya en la imponente Tate Modern de Londres


Y digo especial porque los cuadros estaban colgados ( a mí me parecía mas bien que flotaban ) en una sala acondicionada según los propios criterios y apuntes del artista, con las obras colocadas a gran altura y con una ténue iluminación al estilo de su Capilla de Houston, un espacio casi de "oración plástica" donde catorce cuadros murales casi monocromáticos cubren un espacio octogonal, lo que para muchos constituye su testamento vital y artístico.


Capilla de Houston


De repente, al entrar por una pequeña puerta en una especie de cubo negro situado como una Kaashba en medio de una gran sala, me recibe un resplandor de inmensas manchas flotantes de color: rectángulos ocres, rojos y negros en su solemnidad cromática se enfrentan a mí mismo y me sumergen en un estado de contemplación que hacen que me desprenda de tanto lastre innecesario, de tanta cultura inservible para mostrarme caminos que tal vez conduzcan hasta el abismo del vacío y de vuelta a la existencia. En pocas palabras, literalmente absorbido por su creación, reducido a la mínima expresión, mudo...Experiencia estética que sólo recuerdo haber experimentado cuando tuve la infinita suerte de poder contemplar las pinturas de Altamira, justo a tiempo antes de que se cerraran definitivamente al público.




Poco puedo decir que no s ehaya dicho ya acerca de Rohtko y su espiritualidad, de como su vida fue una agónica lucha, de cómo su arte una larga evolución pictórica para llegar a la no-forma: un fondo monócromo sobre el que flotan áreas rectangulares de colores simbólicos creando tensión entre ellos. De cómo su vida y su obra quedaron definitivamente marcadas por la tragedia, aquel fatídico 25 Febrero de 1970 cuando decide, atiborrado de antidepresivos y hundido en el alcohol, poner fin a su vida y su dolor. Dicen que sus últimas obras eran una premonición. Pero se dicen muchas cosas.... Cierro el post con este especial tributo  a su obra con la música de “Rothko Chapel” del compositor norteamericano y también expresionista MORTON FELDMAN.





sábado, 18 de septiembre de 2010

El Arte que surgió del frío...tropical

LOS FRIOS / MONSTRUOS DEVORADORES DE ENERGIA

El otro día tuve la suerte de disfrutar en familia de una curiosa exposición artística al aire libre en pleno centro de Sevilla. Estaba patrocinada por una conocida marca de ron y se llamaba “Monstruos devoradores de energía”, a la que corresponde el reportaje (de esta misma muestra en el Grand Palais de París) que encabeza este post. Y me quedé pensando, pensando en lo que de auténtico o artificial queda hoy día en el arte…

Y esta noche fresca, tras bajar de la azotea me puse a mirar mi casa, los cientos de objetos que nos rodean como pieles, como capas de cebolla. La mayoría anodinos, serviciales, prácticos, tecnológicos, sin magia…la mayoría no nos harían ni siquiera llorar porque su vida útil durará apenas un suspiro. Pero ya me estoy yendo por las ramas y por las azoteas del pensamiento….

“Monstruos devoradores de energía” es un homenaje a los objetos que nos acompañan a lo largo de nuestra vida. Y en la vida cubana, el refrigerador y la nevera, mas que ser un simple electrodoméstico, es todo un icono sobre el que gira la vida familiar del país, como para muchos de nosotros fue la televisión en los 60 o 70. En Cuba , el refrigerador ocupa un lugar preferente en la casa. Se mima y se cuida como oro en paño. Sobre él se colocan santos y deidades y ofrendas, y retratos de familia y objetos en sincrética convivencia que -como el propio refrigerador o la “nevera”, que también le llamamos por Andalucía – van viendo pasar una o varias generaciones, abriéndose y cerrándose, abriéndose y cerrándose. Pero ocurre que ya no pueden más, que sus oxidados motores revientan, sus herrajes e oxidan, dejan de enfriar y a hacer un ruido infernal.

El gobierno cubano impulsó con la llamada Revolución Energética, la retirada de estos “monstruos” que sólo hacía consumir kilovatios. Hasta ahí todo normal. Es el progreso. Pero hay objetos que reclaman que se les devuelva la dignidad del servicio prestado durante tantos años. Y aquí entra la magia del arte, ese arte sin pretensiones mediante el cual los objetos comienzan a hablar, a contarnos sus mas inconfesables secretos.
Un grupo de artistas cubanos llamado ”Los Fríos” así lo entendió y se propuso la ardua tarea de utilizar las modestas y desvencijadas neveras como soporte artístico de excepción. La historia la cuentan sus protagonistas en el vídeo así que les dejo el mérito a ellos.

Entonces, al hilo de esta exposición y de la suave y fresca brisa de mi azotea sevillana , recordé algo que dijo un escultor nigeriano de nombre impronunciable, Sokari nosequé:

“lo que hace hermosos a los objetos es su poder, no su forma”

Y pensando y tendiendo y considerando, retrocedí al origen, a las pinturas prehistóricas escondidas en lo más profundo de las cuevas, a las figurillas y enseres que enterraban en lo más profundo de las pirámides egipcias, al misterioso arte de ciertos escultores de Mali que tallan y colocan en sitios secretos sus fetiches. Todas estas obras de arte vivían ocultas ¿ De qué servían entonces, si nadie las veía o disfrutaba? Dicen los antropólogos que este arte era una forma de supervivencia asociada a sus ritos religiosos, que se creaba para jugar un papel específico: curar, proteger honrar, traer la lluvia o la descendencia deseada que garantizara el nexo de conexión entre el pasado, el presente y el futuro.
En definitiva, un arte nacido como necesidad para soportar la vida diaria. Como esas viejas y destartaladas neveras que ahora, revestidas y resucitadas y envueltas en el aura del arte nos dicen, nos recuerdan que también tuvieron su alma, que estuvieron ahí, en las duras y las maduras, en los buenos y malos momentos de cada familia y de eso en Cuba saben una jartá y además le ponen arte.

El otro día en la sevillana Plaza de San Francisco, un santuario vertical de cincuenta y tantas neveras arropadas de arte me hicieron pensar incluso en aquellas colosales cabezas de la Isla de Pascua y en el montón de pequeñas y grandes cosas que en la vorágine de nuestro mundo moderno vamos dejando de lado, como este afilador que ajeno al paso del tiempo y a la exposición y a la bulla de la calle, sacaba filo a cuchillos jamoneros y viejas tijeras, objetos de culto, objetos...