sábado, 23 de julio de 2016

El "Grupo Picasso". Crónica de un viaje .



Post dedicado a mi colega malagueño Andrés Mérida


Hacía ya bastante  tiempo que publiqué la última crónica insular. Casi hace hoy  un año. Para un blog este silencio tan prolongado es su sello de defunción. Y en verdad pensaba muy seriamente  que sería la última.   Uno ya duda que este blog y  estas y otras  historias que uno pueda contar interesen  realmente en la era de la inmediatez de las redes sociales.  Aún así no puedo evitar  escribirlas porque de paso, me sumerjo en la propia historia y aprendo durante su travesía, como pedía el poeta en su viaje a Ítaca.

Así que ahí  va, aunque tenía el borrador preparado casi desde el añp pasado, me he animado a publicarlo y de paso, revivir al menos por un tiempo, esta querida y vieja  ínsula bloguera....

De Málaga a Cannes. Crónica de un viaje digno de una película o cuanto menos de una novela gráfica si uno tuviese esa capacidad o conocimiento del medio. No entiendo como esta historia no ha sido llevada al cine o se ha hecho un documental. Salvo algunas crónicas malagueñas y tributos locales  es una historia casi olvidada.

Bodegas el Pimpi


Tiempo atrás , en la “Tasca de los pintores” , una pequeña taberna de  Málaga aledaña  a las  concurridas y populares Bodegas  El   Pimpi,  Andrés Mérida    amigo malagueño y colega de mis tiempos de la Escuela de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría en Sevilla   (y  reconocido  pintor que tiene allí también un tonel pintado  con su firma)  me nombraba entre cañas y  unos  exquisitos tomates aliñados  que allí llaman “huevos de toro”  las famosas tertulias  que tenían lugar en este establecimiento,  y  de una de ellas en especial que se remonta a   una vieja historia   de la que no conocía gran cosa.



Me he permitido indagar y buscar información  sobre aquella historia y lo que sigue es  un puzzle que me he permitido recomponer con retazos y testimonios  de aquí y de allí.  Al final dejaré las fuentes de las que me he nutrido, aparte de los  huevos de toro y el pulpo aliñao de la "Tasca de los Pintores", claro está. Porque aparte, este viaje que hice con un viejo grupo de amigos de Bellas Artes a Málaga, también tuvo  algo de especial y un feliz reencuentro como muchos de ellos tras muchos años sin verlos.

El grupo posando con Picasso a la entrada de  Ville Californie

Bueno, ésta es la historia del llamado  “Grupo Picasso” , historia que se remonta a 1957, cuando  un grupo de jóvenes pintores malagueños, agrupados   bajo el nombre de ‘Peña Montmartre’, emprendieron un alocado viaje  por toda España para llegar  hasta Cannes en una furgoneta montacargas  DKW (prestada por un mentor del grupo)  con la baca repleta de lienzos y  el maletero lleno de productos típicos de Málaga  (chanquetes, pasas, almendras, higos secos  y hasta un saquito con arena de sus playas)   pero,  sobre todo,   con el corazón plagado de ilusiones, sueños y el deseo imperioso de conocer en persona  a  su paisano y gran artista  Pablo Ruiz Picasso. 
Un largo viaje por una España gris y empobrecida   que se hizo menos duro por las bromas y el espíritu siempre festivo de la comitiva.

Un viaje que, mirándolo en perspectiva,  tiene ciertos tintes romántico-novelescos:  un grupo de jóvenes, montados en una vieja furgoneta, se aventuran, con muchas expectativas y no pocas incertidumbres, en un viaje plagado de anécdotas que se van sucediendo a lo largo del trayecto; un viaje que también se encuadra en la tradición de esos  “itinerarios artísticos” que se emprenden con un objetivo formativo, y que finalmente acaban teniendo un poder transformador en quienes los acometen, un viaje iniciático.

Una parada en el camino

La iniciativa del viaje nació, como ya dije,    de la denominada “Peña Montmartre”,  un colectivo de pintores malagueños  que tenían su centro de reunión en  El Palomar de las  antes nombradas Bodegas El Pimpi.   La Pena Montmartre  se esforzaba sin  éxito en la renovación del  gris panorama creativo malagueño de aquellos años . Fue  espoleada por Vicente Serra -un bon vivant local que actuó como  “manager”,  y  consideró una buena opción para la peña  viajar a Paris para conocer de primera mano las nuevas tendencias artísticas, y, por que no, exponer en la que entonces se consideraba una de las capitales de la creación artística.

Así, a lo largo de 1957, va tomando cuerpo la idea de este viaje, que se inicia el 6 de noviembre de aquel mismo año. Ese día, cuatro pintores sin  blanca  llamados  Virgilio Galán, Gabriel Alberca, Alfonso de Ramón y José Guevara, acompañados  por el constructor de montacargas Francisco Ramos y su hijo Paquito (que se ofrecieron  a llevarles  en  su  furgoneta DKW a cambio de que le pagasen la gasolina)  , comienzan un periplo viajero  que les llevará al encuentro con París,  pero, y sobre todo, al encuentro con su paisano Picasso. Un viaje arriesgado  y comprometido políticamente  además,  habida cuenta de que estamos hablando de 1957 , en plena dictadura  franquista  donde  efectivamente, no llegaba ninguna información sobre Picasso por su clara vinculación con el partido comunista , por lo que este hecho debieron ocultarlo  a las autoridades locales y nacionales.

Por tanto,  el motivo “oficial” del viaje era exponer en la Embajada de España en París y conocer de primera mano el ambiente artístico parisino. A Picasso ni nombrarlo,  por si las moscas. Iba a ser, además,  un regalo-sorpresa de cumpleaños para Picasso. Querían llegar el 25 de octubre y felicitar al artista por sus 76 primaveras. Empezaron a preparar el viaje con tiempo, por el mes de julio; sin embargo, no salieron hasta noviembre. La culpa la tuvo el papeleo. En España, estos años de dictadura, salir del país no era tan fácil.

Tras diversas vicisitudes,  cientos de anécdotas  en el  viaje y   ciertos problemas burocráticos  en la frontera francesa  (donde prácticamente se “colaron”  a la tremenda aprovechando un despiste  de los gendarmes)    consiguen  llegar a Cannes y dirigirse  a Ville Californie, residencia de Picasso en aquella época.



 A Picasso, cuentan en las entrevistas que les hicieron  tiempo después,   lo vieron  como un gran tipo, cercano y jovial .  Incluso les dijo: -Bueno, a ver qué pintáis- y  ellos no se hicieron de rogar  y colocaron  sus  trabajos las escaleras de la entrada. Unos minutos después apareció Picasso, con unas cuantas obras suyas, que depositó al lado de nuestros cuadros, diciendo: - Para que sea una exposición de pintores malagueños. Y él mismo acuñó  allí el nombre “Grupo Picasso de Málaga”. Cuentan   que les enseñó la casa. En aquellas fechas   estaba pintando algunas de sus  versiones de Las Meninas.

 Exposición de obras del Grupo Picasso en las escalinatas de La Californie

Luego, tras la visita,   todos se fueron  a París a continuar con su “plan” inicial  de exponer en la Embajada Española y conocer ya de paso  el mundillo artístico de la capital  y ahí acabó un poco  su   contacto con Picasso salvo la conexión con Sabartés que  les trasladó al tiempo   la preocupación de Picasso de no saber nada de ellos desde que se despidieron  en La Californie. La mayoría se volvieron a excepción de José Guevara que prolongó su estancia en París más tiempo y cronista especial de esta aventura parisina.   Lo cierto es  que en París  tuvieron  contacto con la pintura abstracta,  por supuesto con el Cubismo, y con otros movimientos de vanguardia que luego, al volver  a Málaga, intentaron  desarrollar de alguna forma con más o menos fortuna. Organizaron oficialmente, eso sí,    el Grupo Picasso, cuya función principal era difundir  su obra y  hacer las gestiones para que dicha obra pudiera exponerse allí, cosa que consiguieron por fin en 1961, en el Museo Provincial de Bellas Artes. Málaga empezó a dar pasos para unir de nuevo a Picasso con su tierra natal, pero al disolverse el Grupo en el año 1964 por orden del gobernador civil, se suspendió toda actividad.

 Y aquí acaba o comienza la historia,  al menos la mía ya que  nací ese año de 1964, curiosamente casi (por un día)  en las mismas fechas que  Picasso:  el 26 de octubre, un día después.

Fuentes:
http://es.slideshare.net/joseguevara/malaga-picasso-2431321 
http://www.guateque.net/grupopicasso2.htm
http://elpais.com/diario/2011/03/31/andalucia/1301523735_850215.html

miércoles, 29 de julio de 2015

#DestinoBerlín (I): Crónica de un Berlín imaginado

Fotograma de "El cielo sobre Berlín" de Wind Wenders.


Se  viaja de muchas maneras. Países, paisajes y ciudades que toman forma en nuestra imaginación. Como en ciertos sueños, uno ha estado en muchos lugares antes de estar. Los ha imaginado de niño en los mapas escolares, los ha visto en películas, los ha escuchado en las historias que cuentan las canciones o los ha recreado entre las páginas de los libros que ha leído. Sí, también los lugares tienen su música y sus historias y también viajamos con ellos. Y por supuesto, a través del arte y la fotografía uno ya ha viajado a  ciertos lugares. 

Esto sucede, por supuesto, con Berlín. Una ciudad dinámica, compleja y con una convulsa historia a sus espaldas. 

Así que esta primera crónica de mi  viaje a  Berlín, es en definitiva un crónica de un viaje anunciado, la crónica de un viaje imaginado a través de la escuela, del cine, de la música o del arte.  Empezamos…


Mapas.

De pequeño se me daba bien dibujar. Me encantaba,  además,  dibujar mapas en la escuela. Viajaba imaginariamente con ellos. También, por eso mismo,  se los hacía a mis compañeros menos diestros en el dibujo a cambio de favores u otras ayudas escolares. A fuerza de marcar con puntos una y otra vez las capitales, los mares,  los ríos y las montañas  uno aprendió Geografía y se hizo una composición de lugar de cómo estaba repartido y estructurado el mundo. Algunas capitales tenían  nombres exóticos,  que ya de por sí,  abrían la fantasía de un niño a imaginar mil y una aventuras en ellas:  Singapur, Ulan Bator,   Mogadisco o Yakarta .  Cada país de un color.  Un color minuciosamente aplicados con aquellos  entrañables lápiceros  Alpino que tenía en mi estuche de skay  de “tres plantas”. Y tengo el recuerdo de que  las fronteras las remarcaba  más fuerte del mismo color,  de forma que los mapas parecían alfombras o puzzles de colores. Luego uno  , cuando viaja por primera  vez,  se da cuenta de que los países no cambian de color al atravesar sus fronteras sino que más o menos siempre son siempre  el mismo color  gris.

 Ay, las fronteras.   Y  ahí estaba una ciudad llamaba Berlín, como capital de la extinta RDA,  que por supuesto  en mis mapas y en grandes  los mapas  que se colgaban de la pizarra,  llevaba un color distinto de la RFA,  cuya capital era la insulsa  Bonn.  Y por supuesto, yo aún no sabía nada del drama que suponía que  existiesen dos  Alemanias  y que llevasen dos colores distintos. Ni que dentro de Berlín hubiese también dos ciudades distintas y un infame muro que las separaba. Era un niño y los únicos muros que conocíamos eran las tapias de las bodegas  y lagares del pueblo donde nos saltábamos a coger hojas de morera para los gusanos de seda.




Cine

Luego, mucho más tarde, vino el cine. Ay, el cine.  Cuántas películas, cuantos lugares.  La primera y más nítida referencia que tengo de Berlín tal vez sea  “El cielo sobre Berlín” de  Wind Wenders. Recuerdo especialmente  esta maravillosa  toma aérea panorámica en blanco y negro desde la Columna de la Victoria ( Siegessäule) en Tiergarten.  Estando allí quise subir pero llovía mucho y no valía la pena porque la gente estaba agolpada en el mirador, así que en cierta forma  me conformo mejor  con esa mirada  poética  a través del personaje  de Wenders. Ya estuve allí, ya vi...



Tráiler


Y está, por supuesto,  Cabaret. ¿Quién no ha visto o escuchado a Lisa  Minnelli en Cabaret?



El loco Berlín de finales de los año 20 donde todo era posible y permitido. Intenté rastrear esa huella pero ya de aquel Berlín queda más bien poco, poco más que su historia sus recuerdos y sus imágenes. Tal vez la mítica sala Metropol de estilo Jugendstil (versión alemana del Art Decó), construida en 1906 por el suizo Albert Fröhlich  y que en un origen fue un “palacio de ocio” con cinco plantas  destinadas a salas de juego, cabarets, restaurantes y salas de fiestas. A finales de los años 20 Erwin Piscator lo adquirió y lo transformó en un teatro de variedades del que fue intendente y director. Más o menos de la época convulsa  en que se desarrolla Cabaret,  donde ya  se estaba fraguando el caldo de cultivo del  auge del Nacional Socialismo. Hoy el edifico se mantiene  más o menos restaurado (como casi todo en Berlín)  pie. La sala se llama ahora “Goya” pero tenía pinta de haber cerrado o estar de reformas o de obras (como casi todo en Berlín). Así son las cosas. El tiempo no perdona.

Antiguo edificio de la Sala Metropol,  en la actualidad

Y más referencias  cinematográficas. Por ejemplo,  la durísima “La caída de los dioses” (1969)  del realizador italiano Luchino Visconti donde junto a otras dos  de sus películas de su triología alemana ( ”Muerte en Venecia” y “Ludwing”) analiza el  vertiginoso ascenso del nazismo en la república de Weimar. O la neorrealista   “Alemania, año Cero” un duro  film casi documental de Rosellini,  rodado en el  desolado Berlín bajo los escombros de 1948.

Fotograma de "Alemania, año Cero"

 Y  para acabar estas referencias cinéfilas,  algunos títulos más: aquella película de culto llamada  Yo, Christiane F donde se retrataba la vida de una joven  en  el sórdido Berlín de drogas y prostitución de principios de los 80, las típicas películas que por aquellos años  veíamos  de tarde en tarde a precios reducidos en las llamadas entonces “sesiones golfas” de madrugada.


 Recuerdo especial, aparte de la aparición y la música de Bowie,  de la escena en que  la protagonista y unos amigos tras una noche de descontrol,  se refugian en lo alto de un edificio donde ven amanecer bajo la estrella giratoria y luminosa del logo de Mercedes-Benz, aún bien visible en el sky line de Berlín y que también aparece en la película de Wenders.



Y también, “Good Bye Lenin!” (2003), de  Wolfgang Becker,  que cuenta una curiosa historia de una madre firme defensora de los valores comunistas de la RDA  que  cae en coma y despierta tras la caída del muro y sus hijos deciden ocultarle el hecho y  hacerle creer que siguen viviendo como si nada hubiera pasado, en una especie de museo del socialismo.


Música



También a través de la música uno ha imaginado Berlín.  El punk operístico de Nina Hagen me puso musicalmente a Berlín en el mapa.  A propósito del punk,  los mismísimos Sex Pistols hablaron del Muro de Berlín en "Holidays inthe Sun",  una de las canciones de su Never Mind the Bollocks de 1977.
Y por supuesto, David Bowie a través de su disco y canción “Héroes", inspirada en la relación sentimental de una pareja dividida por el muro.



Obviamente,  el celebre "Another Brick In The Wall", de Pink Floyd, canción que el grupo de rock sinfónico incluyó en su alegato contra la alienación, el álbum The Wall, que publicaron en 1979,  el que Alan Parker se inspiró años más tarde para hacer una compleja película del mismo  título, donde mezclaba a actores con  imágenes de archivo y espectaculares piezas de animación.




Lou Reed  publicó en 1973  su disco  Berlín  y la canción del mismo título, abría el  disco, aunque el tema ya formaba parte del repertorio de su anterior banda junto a Nico, la mítica Velvet Undergroud ...




Leonard Cohen convirtió Berlín en metáfora humana en su "First we take Manhattan".




Ya en tierra patria,  Joaquín Sabina grabó en 1990  la canción "El muro de Berlín"  en su álbum Mentiras Piadosas.

Arte

"Mujeres en Alexanderplatz" de E. L  Kirchner, 1911


George Grosz Metrópolis (1916-1917) Museo Thyssen Bornemisza (Madrid)

Las referencias  artísticas sobre  Berlín me vivieron especialmente a través del expresionismo alemán y más concretamente a través de los títulos de algunas obras de  E. L Kirchner o los crudos dibujos y grabados de George Groz  y Otto Dix.


Algunas de estas obras he tenido  la ocasión y la suerte  de verlas  en la exposición  In&Ex , Impresionismus  & Expresionismus que se celebraba estos días en el  Altes Museum de Berlín.

Cómic

La otra referencia, mas reciente,  la tengo en la novela gráfica a través de la trilogía sobre Berlín de Jason Luttes de la cual me he leído las dos primeras novelas  Libro 1: Ciudad de piedras (elegida por la revista Time como una de las 10 mejores novelas gráficas de todos los tiempos) y Libro 2: Ciudad de humo.

Viñeta de  "Berlín .Libro 1. Ciudad de piedras" de Jason Lutes

Literatura

En libros no tengo muchas referencias, tal  vez “Nox” una novela que leí hace mucho tiempo, Nox, de Thomas Hettche, que ya no tengo (tal vez me la prestó un amigo)  pero que a través de internet  he podido recuperar y refrescar  su trama:  Berlín en la noche del 9 de noviembre de 1989. el Muro ha caído. El delirio colectivo recorre la ciudad. Mientras la gente del Este y del Oeste se abrazan los unos a los otros, por las calles deambula una mujer que guarda un oscuro secreto.  Acaba de cometer un asesinato. Confusa y perpleja, erra escrutando una ciudad conmocionada por la alegría y la ilusión. Durante su vagabundeo en dirección al Este cruza la “cicatriz”, la antigua frontera, que tanto se parece a la que lleva en su cuerpo. Recrea, de forma surrealista, la noche de la caída del Muro, una noche en la que todo parece posible...





Fin del viaje y de la primera crónica berlinesa ,  gracias. 

miércoles, 6 de mayo de 2015

La soledad del corredor de fondo


La soledad del corredor de fondo (The Loneliness of the Long Distance Runner), 1962. Dir. Tony Richardson basada en en un relato de  1959 de Alan Sillitoe del mismo nombre Con guión del propio Alan Sillitoe.  Rodada en un rotundo  blanco y negro,  con fotografía (excelente)  de Walter Lassally. Música de  John Addison.

No me perdono no haber visto antes esta película. Hace algunas semanas vi un pequeño  fragmento (la escena final)  en el 17 Festival ZEMOS98, a raíz  de Los acantilados de la ficción,  un paseo cinematográfico por el  Código Fuente Audiovisual de Belén Gopegui.  Fui a verla  ayer completa por el jazz de su banda sonora en un ciclo sobre Cine y Jazz organizado por la asociación cultural  Apolo y Baco,   pero me traje de regalo  un aprendizaje invisible y poderoso de la película, que ya pude atisbar en la exposición de Gopegui :  La voluntad  de poder  decidir , la voluntad de no  servir a los intereses de quienes deciden por ti y te dicen qué tienes que hacer para tener éxito en la vida,  la voluntad  de rebelarse contra una sociedad que te  encasilla  y minusvalora,  de  los métodos educativos, represivos y obsoletos con los que ésta intenta reeducarte y conducirte por el buen camino. La resistencia como arma y como estrategia de autoafirmación. Nada que no esté de rabiosa actualidad.

SINOPSIS: Finales de los 50.  Colin Smith es el protagonista, un  joven rebelde de los suburbios industriales y grises horizontes  de Nottingham,  confinado en un duro reformatorio por robar en una panadería de su barrio, porque la ira y la frustración siempre acaban necesitando válvulas de escape, y eso no suele traer nada bueno..  Su única salida es   correr, algo que lleva haciendo toda su vida, pero esta vez no para escapar ("Me cogieron porque no corrí lo suficiente", decía Colin en un pasaje)  sino para ganar la carrera de larga distancia que todos los años se disputa entre el reformatorio y una escuela privada (y rica)  de la ciudad. El director de la institución está obsesionado con ganar esa carrera y hace sentirse al rebelde Colin como un privilegiado para motivarlo,  concediéndole favores, lo que hace que sus propios compañeros del internado recelen de él como el "protegido" del jefe. Hará todo lo posible para conseguirlo porque cree tener el poder de ganarse a las personas con su privilegiada situación de dominio psicológico y social como director del reformatorio y como representante del "poder".  Cree que lo ha convencido  de que "ganar" es su meta y su "redención" social. 

Y lo convence,  aparentemente...

Colin Smith está llegando a la meta. Tiene la carrera ganada. Todo el mundo lo ve, lo celebra, lo jalea ...

El director del reformatorio se frota las manos con "su" triunfo deportivo y pedagógico. Pero el agotamiento emocional de Smith es extremo y la cabeza del corredor de fondo de la vida se pone a funcionar para sacar fuerzas de flaqueza: recuerda su pasado, quién es, de dónde viene... pero, ¿a dónde va?  El ya no es ni quiere ser  ese joven ideal que sueña con trofeos,  bailes,  coches y chicas. ¿Tiene que correr para eso? 

¿Por qué alcanzar una meta que él no se ha propuesto? Mientras corre empieza a comprender lo que tiene que hacer,  va haciendo pequeñas paradas y toma aliento entre el vocerío que  le  espera a pocos metros de la meta.  Ahora él y nadie más decide si ésa es su meta y si tiene que alcanzarla para disfrute de quienes le han confinado como desecho humano que se debe reeducar. Ha elegido el camino más difícil que es pararse y pensar en el sentido de ganar. Ha elegido la resistencia como arma. Es Smith y es un corredor de fondo...


domingo, 15 de marzo de 2015

Los zapatos imaginarios de Shaw


Hace tiempo que ya no escribía por aquí. En verdad hace tiempo que "ya no" de  muchas cosas.  Como casi siempre sucede por estos lares medianiles de la vida,  uno hace o siente  las cosas sin saber si realmente tienen sentido.  Como escribir esta crónica, por ejemplo.   Ayer fui a visitar un museo,  un museo de arte moderno de esos  que  cuesta distinguir el mobiliario de las obras de arte. Y además,  ubicado en un antiguo monasterio cartujo que luego fue una reconocida fábrica de cerámica sevillana.  Al salir noté que había andado mucho, demasiado.   Hace unos días   también una pareja de  amigos del trabajo  me contaba que se habían pateado  los Uffizi  y otros museos y galerías de Florencia ...y una cosa me llevó a la otra,  a recordar algo que una vez le leí a Bernard  Shaw acerca de  que  alguien debería inventar unos zapatos especiales para visitar museos.. 

"Zapatos"  (1888)  Óleo/tela,  Vincent Van Gogh 

Y en verdad no estaba equivocada la senda de Shaw ,  tal vez sería buena idea alquilar junto a las audioguías  unos zapatos inteligentes tales que te  lleven en volandas  por los laberintos  del arte. Porque el arte se las trae y hay que  encajarlo  a veces con un gran  calzador. Y si no,  que se lo digan a esos miles y miles  de turistas estivales  que se agolpan  cada mañana a las puertas del Louvre, el MoMA o el Vaticano. Y más si pensamos que un  gran parte de esos turistas colectivos son contrarrelojistas culturales  que tienen el tiempo marcado a fuego  por las visitas guiadas  y que el número de visitas que pueden llegar a hacer en un día solo es cuestión  de plusmarca cultural y deportiva,  avalada  por cien megas de tarjeta en  cientos de fotos y no pocos kilómetros de museos recorridos. 

Detalle de  El modelo rojo (1935-1936) de René Magritte


Como hace tiempo que no escribía … ya me estoy perdiendo.  ¿Por dónde andaba?  Ah, si…calzándome  los imaginarios zapatos de Shaw.  Unos zapatos tales que  harían posible el milagro de hacerte  contemplar  en un par de horas  y sin fatigas diez  intensos siglos  de arte, con varios  bonus  track  tal vez para arañar unos minutillos más  para  engullirse con los ojos a La Gioconda o al Guernica de Picasso, eso sí, siempre en grata y abultada compañía de plusmarquistas culturales ávidos de records .  Eso sin contar que  se pierde un tiempo valioso si  encima el guía te recomienda mirar Las Meninas con un espejo  (que casualmente lleva uno  bien grande  en el bolsillo,  todo un detalle)  y entonces tú,  seducido por la curiosidad,  por un momento formas parte del cuadro en un juego cruzado de miradas  entre los personajes del cuadro, el espacio  y los  observadores  que se sienten a su vez  observados por los personales  del cuadro  y  donde siempre hay un daño colateral:   tu preciado y escaso tiempo.

"Polvo de diamante" (1980)  Serigrafía de Andy Warhol


Unos zapatos que resistan las idas y venidas,  adelante y atrás del cuadro hasta que  llegues a  averiguar ( porque la audioguía  te está retando  y a ti,  vamos,  los retos no se te resisten porque por algo eres  un auténtico  plusmarquista cultural)   que el caballero aquel  escondido  tras una columna al fondo,   casi en las bambalinas del cuadro Las Bodas de Caná,  es el propio pintor , vamos,  el mismísimo Veronese que viste  y calza (y pinta, por supuesto) .  Y encima te vas y no sabes quienes eran ni dónde estaban  los novios de la susodilla boda entre tanto gentío,  que ya les vale  -piensas-  como buen plusmarquista cultural,   con la crisis  que hay ahora como para montar un sarao como éste,  pagar el vino (no estará Jesús para convertirlo en caldo)  y encima terminas la visita y  nadie te dice que tardó en pintar el cuadro unos quince meses y que  por el  recibió como pago su  manutención durante todo ese tiempo y un barril de vino,  además de unos 324 ducados de oro  y que también  que sus  potentados  pagadores (los monjes benedictinos de Venecia)   le exigieron  que  parte de   ese dinero lo invirtiera  en que los cielos  y cierta proporción de los ropajes  fuesen pintados con el preciado y "celestial"  azul ultramar, a razón de 18 ducados la libra de pigmento.  Ahí es nada, que para eso lo traía de las indias de ultramar. Para colmo la obra permaneció durante muchísimo tiempo en el refectorio del monasterio hasta que Napoleón la confiscó en sus cruzadas llevándola a Francia donde se expuso en la primera planta del museo del Louvre.   Antonio Canova, un reconocido escultor neoclásico de origen veneciano,  negoció la devolución de muchísimas obras expropiadas por Napoleón  pero convenció al gobierno italiano para que la obra se conservara en el Louvre,   aunque con el tiempo ésta fue devuelta definitivamente a su  ciudad de origen, Venecia. 



"Las bodas de Caná"  de Paolo Veronese

Pero volvamos, volvamos  de nuevo a  esos  zapatos que  diligentemente  intentarán evitar que  al salir tengas una confusa mezcla  y ya no saber,   tras comprar postales  y alguna camiseta para los compromisos de regalos,   si aquella Venus era de Rubens o Tiziano,  o si la Torre de Babel era de Brueguel  el Joven,  el  Viejo o el de en medio, que seguro que también  pintaba ,  o si a aquella   Venus de Milo   le faltaban los brazos, las piernas o la cabeza o si era de mármol blanco o pintada  de exuberantes  y carnales colores.   Es como cuando ahora tienes que sufrir el suplicio televisivo de ver una película salpicada de pausas para los anuncios y llega un momento que los actores de la película se han metido en los anuncios y viceversa,  o pasas  de una película a otra o  a un documental casi sin darte cuenta. 
Como expresaría el gran Andrés  Rábago ( alias El ROTO)  en una de sus lúcidas  viñetas “¡Qué claridad de confusión ¡”



Al  final,  el  plusmarquista cultural termina reduciendo su visita  turística   a las obras que ya ha visto reproducidas mil veces en los libros de arte  o en  la guía de la ciudad.   Del Louvre te quedas con La Gioconda, la Victoria de Samotracia o la Venus de Milo.  Del Prado, inevitablemente las Meninas de Velázquez,  el Dos de Mayo de Goya  o  Jardín de las Delicias de El Bosco.  Debes verlas porque si no las ves te dirán que para qué vas a Louvre o al Prado. Y  por si alguien aún  no te cree,  pues entonces te haces el selfie como prueba irrefutable de que, sí, efectivamente,  estuviste allí ...



 El caso es que muchos museos necesitarían toda un vida entera  para recorrerse pues  siempre hay algo que descubrir,  algo que la última vez pasamos por alto,  tal vez  algunas de esas piezas u obras menores  o de artistas desconocidos que quedaron eclipsadas  por el imán y fulgor de las grandes obras maestras. Para quienes están receptivos  a estas sorpresas  estas obras menores les dicen mucho más a su sensibilidad que las “all star” del museo. 




Mientras tanto no  se inventen estos maravillosos zapatos imaginados por Shaw lo mejor es no abusar y visitar solo aquellas salas que tus sufridos pies y tus ojos puedan soportar para que las interferencias  no perturben  nuestra  experiencia estética.  Aún recuerdo la borrachera visual   y  la fatiga mental  de mis  primeras  estancias en la Feria de ARCO.   No he conservado  casi ningún momento especial  de aquellos maratones de arte,   pero sí del impacto de ver casi en solitario  aunque fuesen unos cuantos minutos cuando las pocas visitas ya habían salido,   las Cuevas de Altamira  o algunos soberbios  Caravaggios  escondidos en las iglesias de Roma.  


A propósito de zapatos,  antes al poner  en esta entrada un cuadro de  las botas  de Van Gogh (un autorretrato en toda regla)   me he acordado  del  museo Wallraf-Richartz, que  fiel a su  filosofía expositiva,  organizó una exposición única y exclusivamente con otro de los famosos cuadros de Van Gogh,  sus "Par de botas viejas",  que lo ubicó en solitario  en una sala vacía.  Los expertos opinaron  que el objetivo de dicha estrategia era generar que el público reflexione y profundice sin interferencias  sobre ciertas obras. Mediante el aislamiento de la pintura en una galería y enfatizando su importancia a través de programas creativos, el museo tiene como objetivo que los visitantes se cuestionen sobre las grandes preguntas que la obra plantea: ¿por qué Van Gogh pintó dos zapatos viejos?, ¿de quién eran estos zapatos y qué podrían significar, antes y ahora?, ¿Cuál es la relación del arte con la realidad?, ¿Hasta qué punto la interpretación es siempre subjetiva?, ¿Cuál es el propósito del arte? ¿Qué  dirían  de  nosotros nuestros viejos zapatos pintados?

Par de botas viejas, Vincent Van Gogh 

En definitiva,  no se llega a Botticelli por el camino de Zurbarán o a Goya  tras fundir todo el arte gótico.   No se llega  a ningún sitio sin antes  disfrutar de los imprevistos  del viaje  … como decía Proust en algún pasaje de En busca del  tiempo perdido :   El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos caminos sino en tener nuevos ojos.  Y nuevos zapatos,  añadiría Shaw.

domingo, 28 de diciembre de 2014

Vive tus sueños


Hace algún tiempo publiqué por estos lares  un post que tenía por título  Cuando las imágenes tenían magia. Y viene al  caso porque ayer  estuve precisamente  en un festival de magia con actuaciones estelares de varios magos e ilusionistas. Y me ha hecho especial ilusión que se haya incluido como acto de "magia" un espectáculo en directo de "sand art" como el de Felipe Mejías.  No es la primera vez que hablo aquí del sand art. Tiempo atrás  reseñaba el trabajo de otra gran artista de Sand Art:  Kseniya Simonova. Y también y en relación con la arena, el arte chamánico de los indios navajos.

 El "Sand Art" o Arte de arena consiste en una forma de arte donde se cuenta una historia esparciendo y manipulando arena en una caja de luz proyectada en una o varias pantallas junto a una música de fondo que articula el ritmo visual de la historia.

Volviendo al festival de magia, tenía a mi lado un chico de unos 6 años y pude ver cómo andaba fascinado con (la magia de) las manos que se movían, generaban con arena las imágenes y contaban una pequeña historia de fantasías y sueños. Tanta magia el hacedor de imágenes como los que antes, magos e ilusionistas, sacaban palomas y peceras bajo el pañuelo, te adivinaban una carta imposible o se hacían aparecer/desaparecer/atravesar dentro de una caja .

Actos de magia. Ilusiones.

La actuación terminaba con una frase escrita en una bandera que decía "Vive tus sueños" (Vis tes rêves en el vídeo de arriba).
Curiosamente, esta misma mañana visitando unas  conocidas cuevas cántabras con pinturas rupestres, también el guía ha hablado de ritos prehistóricos, de arte y de magia. Y también había infantes que, al terminar la visita, jugaban a descubrir nuevos animales y monstruos en las formas (y sombras) de las piedras.

Actos y arte de magia. Sombra y luz. Ritual.

Y volviendo a la luz del presente y pensando en los ritos navideños que nos tocan en estas fechas, no es éste un mal deseo para el año que viene y todos los que le siguen, aunque difícil nos lo van a poner siempre por una cosa o por otra.
Así que, más que unas felices fiestas, les deseo desde esta Ínsula Dulcamara que vivan (la magia de) sus sueños y luchen en lo posible por ello.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Jason Padgett, un genio "savant" por accidente



Hay historias sorprendentes. La de Jason Padgett es una de ellas, digna como la que más de formar parte de mis crónicas insulares y de  mi querido Museo Imaginario insular. Quién se lo iba a decir,  Jason era un muchacho normal, mal estudiante, amante del gimnasio, de las chicas   y un tanto juerguista, como muchos de su edad.  Trabajaba en una tienda de colchones en Tacoma y una noche si y otra también  al terminar su turno, solía irse de juerga con los colegas  por los bares de la ciudad portuaria. Hasta ahí todo normal .Hasta que una  desgraciada noche y sin mediar palabra, unos tipos lo esperaban a la salida de un bar, lo echaron al suelo, lo patearon y le dieron una paliza para robarle su cazadora de cuero. Fue tan brutal la paliza que tuvieron que ingresarlo con traumatismo craneoencefálico grave. Cuando despertó del coma, se había convertido en un genio de las matemáticas. Así de sorprendente es la vida y los entresijos de nuestra mente.











Jason Padgett se convirtió de la noche a la mañana en un "savant", una de esas personas  rara avis que tienen unas habilidades mentales sorprendentes,  como desarrollar una memoria fotográfica de nombres  y lugares o  una impresionante habilidad para el cálculo matemático o la música . La mitad de ellas padecen autismo y la otra mitad desarrollan esta rara habilidad a raíz de un traumatismo o una enfermedad,  como el caso de Padgett. Otras como la de Kim Peek han sido incluso llevadas al cine ¿Quien no recuerda al gran  Dustin Hoffmam bordando su papel de autista en  Rain Man?

Si  se pudiera ver el mundo a través de los ojos de Jason Padgett posiblemente tendrías frente a ti una imagen de perfección, de orden, de la estructura que se esconde detrás de los detalles más nimios. Somos víctimas de las cosas, de su violenta unicidad, pues somos incapaces de ver la armonía geométrica del universo frente a nosotros. Debido a aquel  brutal ataque Jason ha sido capaz de ver estos patrones allá por donde va.   Este cambio de percepción es, en el fondo y según dicen los expertos,  el "síndrome de los savant",  un cambio en la estructura de su cerebro que le permite desarrollar esa alucinante habilidad mental, como la de Stephen  Wiltshire, apodado  como "la cámara humana o la cámara viviente ",  por ejemplo, capaz de dibujar de memoria hasta el más mínimo detalle una vista aérea de una  ciudad completa ( aunque nunca haya estado antes)  con solo sobrevolarla una media hora en helicóptero.

Jason en acción dibujando uno de sus complejos entramados fractales

Jason no sólo tuvo la suerte de sobrevivir, sino que su cerebro fue, utilizando un conocido término informático,  completamente reseteado, volviéndose un supercomputador capaz de realizar y de entender complejos cálculos mentales.  No puede evitar contarlo todo, nunca masca chicle para evitar contar el número de mordidas que le está dando. Si se cepilla los dientes tiene que pasar el cepillo por el agua 16 veces. No sabe por qué, simplemente es un número que tiene grabado en su cabeza. Sin embargo, trata de no preocuparse mucho por estos detalles, de no pasar horas descifrando patrones geométricos en el flujo del agua o en los rayos de sol que se rompen al pasar por las hojas de los árboles, simplemente se divierte descubriendo la geometría oculta de las cosas. Cada número le hace surgir una imagen, un patrón nuevo, una forma que hace surgir nuevas formas, cuando cada forma es la semilla de un fractal. Para Jason todo son fractales, todo es el reflejo de esta estructura inacabable .Jason no necesita una calculadora para saber, por ejemplo, que el Teorema de Pitágoras es exacto, sino que puede ver cómo se manifiesta en la geometría de cualquier edificio o cualquier árbol o en la concha de un caracol.

Quantum Sea Shell

El caso es que Padgett ha adquirido cierta sinestesia: ve formas  geométricas en todas partes  y las dibuja meticulosamente a lápiz, regla y compás, nunca antes había sido capaz de dibujar y menos de ser una eminencia en las matemáticas, sino todo lo contrario, un negado total para los estudios.  El universo habla en un lenguaje secreto y desde que Jason fue atacado violentamente por aquellos  asaltantes empezó a entenderlo a través  de los fractales.  Ya he hablado por  aquí  y por allá del fascinante mundo de los fractales y de las matemáticas de genios como Fibonacci  también, así que no es extraño que me llame poderosamente la atención la sorprendente  historia de Jason Padgett, un genio de las matemáticas... por accidente.






martes, 12 de agosto de 2014

Joyce, panteras y cometas frente a Ireland's Eye

Estas cinco fotos panorámicas las tomé no hace mucho  en los alrededores de  Dublín. Vistas así parecen lo que son:  cinco fotografías tomadas sin otro aparente propósito que el estético en un mismo día y lugar.  Pero es curioso como algunas fotografías intrascendentes de repente empiezan a encadenarse y a contar historias.



Como la de esta mole redonda o torreón. Estaba en un promontorio del cabo de Howth, enclave costero del Condado de Dublín.

Pero lo curioso es que dicha torre, como podemos comprobar en muchos rincones de Dublín, tiene una relación con James Joyce, el famoso autor de Ulises ( novela que reconozco que no me llegué a leer en su momento completa, aunque lo intenté en un par de ocasiones). A decir verdad , mientras escribía este post descubrí que no era esta torre en concreto sino  una muy  similar que se ve a lo  lejos, en la islita de Ireland´s Eye,  pero no adelantemos la historia ...



Desde ella había una espléndidas vistas de la bahía y del mar. Bahía por la que un día allá por el año ochocientos y pico entraron a saco los vikingos y fundaron una ciudad fortín,  lo que hoy se conocen como la ciudad de Dublín, nombre derivado de las voces irlandesas Dubh Linn, que significan "laguna negra", originada  al parecer por el estancamiento del río Poddle antes de desembocar en el río Liffey, una especie de ensenada fluvial al resguardo del oleaje donde atracaban y refugiaban sus barcos tras sus  míticas correrías y saqueos por media Europa.



Estaba muy próxima a un viejo cementerio irlandés  junto a una iglesia en ruinas (foto anterior) , con tumbas desperdigadas en el suelo, aparentemente abandonadas junto a otras recientes. Entre las cruces y las ruinas se veía el mar, el puerto ( de hecho muchas de  las cruces miraban también al mar, posiblemente de marineros irlandeses que murieron en el mar o vivieron de él) y la pequeña isla en primer término llamada "Ireland's  eye" en medio de la bahía , El ojo de Irlanda,  que tiene un especial protagonismo en esta historia, como se verá. En dicha torre, por lo que pude leer en un cartel que colgaba en las inmediaciones,  estaba ubicado un museo de radios antiguas que no llegamos a ver porque ya estaba cerrado por la tarde.



Imagen de la portada de la novela gráfica  "Dublinés" de Alfonso Zapico

El caso es que, ya a la vuelta de Dublín y  leyendo la novela gráfica "Dublinés" de Alfonso Zapico recomendada por mi amiga Chelucana,  me entero de que en Ireland's Eye hay una torre  muy similar que tiene un nombre y una historia:  Torre Martello de Sandycove , una de las muchas fortificaciones del estilo  repartidas a lo largo de la Bahía de Dublín construídas para prevenir un posible ataque de las tropas napoleónicas, que nunca llegó a suceder.  Posiblemente la torre de mi  foto fue en su momento una de estas fortificaciones, ahora reconstruida y reutilizada para el mentado museo radiofónico.

Ireland's  Eye desde  Howth Harbour, con la Torre Martello  en la punta de la izquierda | Imagen vía  dmoon1 en Flickr

Cuenta Zapito en un pasaje de su novela gráfica  (inspirada en la vida y la obra literaria de Joyce)  que la Torre Martello fue la residencia temporal en plan "okupa" de una peculiar comuna de cuatro jóvenes bohemios dublineses, juerguistas y borrachos, entre ellos -es fácil de adivinar-  un joven ansioso por ser un gran escritor irlandés llamado James Joyce. Se entregaban a la vida contemplativa, a discusiones literarias y políticas de todo tipo y sobre todo, a beber e irse de juega a los prostíbulos y pubs de la costa. Uno de sus amigos,  que sufría ciertos trastornos psicológicos,  comenzó a tener por las noches alucinaciones en forma de una pantera negra que se le echaba encima para devorarlo. Una de las noches, otro de los ocupantes de las ruinas de la torre, harto de los sobresaltos a medianoche, sacó una vieja pistola y comenzó a disparar a la imaginaria pantera del otro amigo. En la oscuridad de la noche los disparos rozaron la cabeza de Joyce que huyó despavorido de la torre aquella misma noche con su maleta, en la que ya llevaba unos primeros esbozos de la que poco después sería su primera novela: "Dublineses" (Dubliners), serie de quince relatos cortos dedicados a la gente de Dublín,, que apareció finalmente en 1914, pues muchos editores rechazaron inicialmente su publicación por la crudeza con la que describía a sus propios paisanos y a su país. Y curiosamente, en la misma Torre Martello arranca su novela más conocida y celebrada, Ulises.

Reconstrucción  actual de la estancia de Ulises en  La Torre Martello


Hoy día, parece  ser porque no lo visitamos,  un  típico "Museo Trampa" al modo  británico. Sin tener mucho  que ofrecer  ha sido convertido  en lugar de peregrinación para los amantes literarios de Joyce y en museo temático (7'10€ de entrada). Sus piezas más relevantes son primeras ediciones de libros, un chaleco, una guitarra, una petaca y un bastón de James Joyce. Mucha fotocopia y algún original en sus cajas de metacrilato con barómetros. La estrecha escalera asciende al cuarto donde posiblemente se alojó Joyce y decoran con una pantera negra de porcelana para evocar el episodio del que hablé más arriba. Hoy día...





Ajenos a todo esta turbulenta y literaria historia de la vida de Joyce, una joven irlandesa lee plácidamente en un terraplén al borde del mar  (tal vez,  quien sabe,  el Ulises de Joyce)  y una familia   juega a volar una cometa más abajo, en el espigón del puerto, frente a Ireland Eye's, isla a la que por cierto  los músicos del  grupo del camello  de los años 70 conocido como  Camel  (aún conservo a buen recaudo las dos cintas de casete de  su álbum  Mirage)   le dedicaron un bello tema del mismo nombre. San Youtube me echa un cable con esta buena versión acústica de su tema "Eyes of Ireland"", no está mal para cerrar un post sobre  crónicas insulares, viajeras y literarias ...

 

Cuya letra traducida,  para quienes somos poco duchos en la lengua de Shakespeare, dice así:


Escuchad ahora chicos,
dijo mi abuela -
os contaré una historia y
entonces os acostaréis.
Hubo un tiempo en el que
vivíamos fuera de nuestra tierra.
Fueron tiempos duros,
y todos nos dejamos la piel en ello.

Pero los vientos soplaron nuestras vidas,
y dispersaron nuestras semillas.
Cambiando el paisaje,
de flores a maleza.
Ved en el cementerio
las familias que se fueron.
Las más grandes lápidas
les recuerdan...

Cuando vosotros salisteis del Puerto,
fueron vuestras últimas vistas de Irlanda.

Cuidamos el fuego,
y las llamaradas se apaciguaron,
las llamas nunca se apagaron
hasta que tuvimos que marchar.
Y cuando nos hubimos marchado,
la casa se vino abajo
y cubrió las huellas
que dejamos en el suelo.

Cuando vosotros salisteis del Puerto,
fueron vuestras últimas vistas de Irlanda.

Mis ojos están ahora cansados
y no verán para mucho.
Pero las imágenes de Irlanda
aún siguen en mí.

Así que venerad vuestro pasado
en los cuartos de vuestro corazón
y nunca estaréis vacíos
de amor cuando partáis.

Cuando vosotros salisteis del Puerto,
fueron vuestras últimas vistas de Irlanda.


 .
Bueno, esta es la breve  pero curiosa historia encadenada de estas pocas fotografías.

jueves, 5 de junio de 2014

Arte contemporáneo en la chatarrería y otras historias


Fotografía de Agustín Muñoz Luna vía Las aventuras de Neme


La otra noche vi como unos chatarreros estaban  afanados en meter dentro de su carrito de supermercado unos retorcidos herrajes  de la construcción, que -vistos con una mirada "artística"-  me recordaban en cierta "forma" a una conocida obra de Chillida, "El peine del viento". Y  me vino entonces a mi memoria un sonado suceso de hace algunos años, el robo de obras de arte  contemporáneo más importante jamás ocurrido en España. Más de treinta  obras entre las que se encontraban nada más y nada menos que algunas piezas de  Picasso, Chillida ,  Botero y  Saura. Vamos,  que una "joyita" en términos de valor artístico y sobre todo,  monetario en el mercado negro (o blanco) del arte .  La cuestión es que -sorprendentemente- desaparecieron sin dejar rastro  en su traslado desde la cuidad alemana de  Colonia hasta Madrid. Dichas obras, por lo que he podido indagar,  pertenecían a diversas galerías de arte de Madrid y Barcelona. Su desaparición tuvo lugar en los mismos almacenes de la empresa encargada del transporte  y custodia de dichas obras. Parece se que en el almacén donde se recogían las obras, dejaron el furgón aparcado  ¡¡ con las llaves puestas !! Lo que pasó a continuación no lo diré hasta el final de post por aquello de obligar  a mis náufragos insulares a continuar leyendo, que ya saben que me gustan las historias, que no la Historia,  del arte.

"Peine  del viento" La Concha, San Sebastián , obra de Eduardo Chillida


Ya,  robos de obras de arte ha habido muchos, algunos muy sonados como aquel famoso de La Gioconda en el Louvre, donde hasta el mismísimo Picasso aliado con su "troupe" parisina  estuvo supuestamente implicado y de cuya historia hace no mucho el cineasta  Fernando Colomo hizo una película : "La Banda Picasso". Lo conté tiempo atrás por aquí.



¿Y qué decir del robo en Oslo de famoso cuadrito   "El Grito" de Edvard Munch robado al menos dos veces (creo que 3)  en menos de 10 años?  Lo ladrones en el primer robo dejaron una nota que decía "Gracias por la falta de seguridad". Ahí queda eso.

O aquel otro sonado robo en el domicilio de las  empresaria y millonaria Esther  Koplowitz en Agosto de 2001 cuando le fueron sustraídas obras de  Brueghel, Goya,  Pisarro,  Sorolla  y otros reconocidos y cotizados artistas. En aquella ocasión los ladrones reconvertidos para la ocasión en traficantes de obras de arte, cayeron rápidamente en manos de la policía al cometer errores de aficionados en el tema del lucrativo  mercado del arte.

O en otro sentido, no ya del robo sino de la intervención artística sean museos y galerías, vulnerando las medidas de seguridad como hiciera el popular  y esquivo artista urbano,  Banksy al  colarse en algunos museos y colgar sus propias obras en ellos, siempre críticas con el "estabilismen" del arte. Este artista ha abierto la "veda" y otros también han seguido su  estela poniendo en tela de juicio no solo la seguridad sino también ciertas cuestiones en relación a la "sacralización" y comercialización  de los espacios culturales.

Obra de Bansky 'expuesta' en el Museo de Brooklyn, Nueva York


Y volviendo a los chatarreros de mi barrio y al robo de las obras de Picasso, Chillida y compañía, al poco de ocurrir, se empezó a especular  si tras dicho robo se encontraban  bandas profesionales  e internacionales "expertas" en este tipo de robos que a modo de "mercenarios" eran contratados por esos nuevos magnates y capos del petróleo o las drogas,  ansiosos de colgar en sus mansiones estas obras tan deseadas. Pero la realidad fue bien distinta, nada de ladrones profesionales  y nada de bandas internacionales, pues a ninguno de ellos se le ocurriría como se le ocurrió a uno de estos ladronzuelos, vender una de las obras robadas  -una escultura en hierro de Chillida-  al  "peso" a un chatarrero de Getafe, la  misma  localidad en la que se cometió el  espectacular robo. Pues eso, hay muchos mundos y todos están en éste. El  del arte, el de los chatarreros y el de la gente de a pie.

                                                                  Chatarreros en Madrid