Todos los días significan algo, cada día para alguién en algún rincón del ancho mundo , significa algo. Hoy, esta noche, es 25 de Septiembre y me vengo a enterar - como ya viene siendo costumbre- por Twitter, que tal día como hoy, nació allá por 1903 en algún lugar de la Letonia rusa, Marcus Rothkowitz, de origen judío , emigrado a Estados Unidos a los 7 años y que llegaría a ser más conocido en el mundo del Arte como Marc Rothko. Y pensé que bien se merecía dedicarle este post.
He admirado de siempre a muchos artistas y a muchas obras de arte de diferentes épocas y estilos. Cuando he tenido la inmensa suerte de verlas en directo, algunas obras y artistas se me han desinflado a la vista y otras, sin esperarmelo, me han dejado una huella imborrable. Éste es el caso de Rothko, cuando pude contemplar una muy especial e intimista exposición suya en la imponente Tate Modern de Londres .
Y digo especial porque los cuadros estaban colgados ( a mí me parecía mas bien que flotaban ) en una sala acondicionada según los propios criterios y apuntes del artista, con las obras colocadas a gran altura y con una ténue iluminación al estilo de su Capilla de Houston, un espacio casi de "oración plástica" donde catorce cuadros murales casi monocromáticos cubren un espacio octogonal, lo que para muchos constituye su testamento vital y artístico.
De repente, al entrar por una pequeña puerta en una especie de cubo negro situado como una Kaashba en medio de una gran sala, me recibe un resplandor de inmensas manchas flotantes de color: rectángulos ocres, rojos y negros en su solemnidad cromática se enfrentan a mí mismo y me sumergen en un estado de contemplación que hacen que me desprenda de tanto lastre innecesario, de tanta cultura inservible para mostrarme caminos que tal vez conduzcan hasta el abismo del vacío y de vuelta a la existencia. En pocas palabras, literalmente absorbido por su creación, reducido a la mínima expresión, mudo...Experiencia estética que sólo recuerdo haber experimentado cuando tuve la infinita suerte de poder contemplar las pinturas de Altamira, justo a tiempo antes de que se cerraran definitivamente al público.
Poco puedo decir que no s ehaya dicho ya acerca de Rohtko y su espiritualidad, de como su vida fue una agónica lucha, de cómo su arte una larga evolución pictórica para llegar a la no-forma: un fondo monócromo sobre el que flotan áreas rectangulares de colores simbólicos creando tensión entre ellos. De cómo su vida y su obra quedaron definitivamente marcadas por la tragedia, aquel fatídico 25 Febrero de 1970 cuando decide, atiborrado de antidepresivos y hundido en el alcohol, poner fin a su vida y su dolor. Dicen que sus últimas obras eran una premonición. Pero se dicen muchas cosas.... Cierro el post con este especial tributo a su obra con la música de “Rothko Chapel” del compositor norteamericano y también expresionista MORTON FELDMAN.
He admirado de siempre a muchos artistas y a muchas obras de arte de diferentes épocas y estilos. Cuando he tenido la inmensa suerte de verlas en directo, algunas obras y artistas se me han desinflado a la vista y otras, sin esperarmelo, me han dejado una huella imborrable. Éste es el caso de Rothko, cuando pude contemplar una muy especial e intimista exposición suya en la imponente Tate Modern de Londres .
Y digo especial porque los cuadros estaban colgados ( a mí me parecía mas bien que flotaban ) en una sala acondicionada según los propios criterios y apuntes del artista, con las obras colocadas a gran altura y con una ténue iluminación al estilo de su Capilla de Houston, un espacio casi de "oración plástica" donde catorce cuadros murales casi monocromáticos cubren un espacio octogonal, lo que para muchos constituye su testamento vital y artístico.
Capilla de Houston
De repente, al entrar por una pequeña puerta en una especie de cubo negro situado como una Kaashba en medio de una gran sala, me recibe un resplandor de inmensas manchas flotantes de color: rectángulos ocres, rojos y negros en su solemnidad cromática se enfrentan a mí mismo y me sumergen en un estado de contemplación que hacen que me desprenda de tanto lastre innecesario, de tanta cultura inservible para mostrarme caminos que tal vez conduzcan hasta el abismo del vacío y de vuelta a la existencia. En pocas palabras, literalmente absorbido por su creación, reducido a la mínima expresión, mudo...Experiencia estética que sólo recuerdo haber experimentado cuando tuve la infinita suerte de poder contemplar las pinturas de Altamira, justo a tiempo antes de que se cerraran definitivamente al público.
Poco puedo decir que no s ehaya dicho ya acerca de Rohtko y su espiritualidad, de como su vida fue una agónica lucha, de cómo su arte una larga evolución pictórica para llegar a la no-forma: un fondo monócromo sobre el que flotan áreas rectangulares de colores simbólicos creando tensión entre ellos. De cómo su vida y su obra quedaron definitivamente marcadas por la tragedia, aquel fatídico 25 Febrero de 1970 cuando decide, atiborrado de antidepresivos y hundido en el alcohol, poner fin a su vida y su dolor. Dicen que sus últimas obras eran una premonición. Pero se dicen muchas cosas.... Cierro el post con este especial tributo a su obra con la música de “Rothko Chapel” del compositor norteamericano y también expresionista MORTON FELDMAN.
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