Imágen vía Ambientum.com
A poco que uno sea curioso y se interese por el mundo en que vive -y más concretamente, por el fascinante mundo de la ciencia como la biología, la química, la geología, etc.- acaba percatándose de lo absolutamente increíble y excepcional que es el hecho de estar vivos, al menos en el sentido que entendemos actualmente el término “vida” , muy contaminado por viejas concepciones religiosas que tanto daño hicieron a la ciencia y más aún a sus chamuscados artífices que vieron arder sus cuerpos y saberes en las hogueras de la inquisición. Lo que es seguro - en la medida en que podemos saberlo- es que un pequeño, el más mínimo (casi insignificante) cambio en la dinámica o devenir de nuestro planeta pudo haber tenido ( o podría tener) consecuencias que desbordarían nuestra imaginación. Y una de ellas bien podría ser que tú o yo no estuviéramos aquí, que tu o yo no estaríamos leyendo o escribiendo esto que tengo y tienes la inmensa suerte de leer o escribir , no por le contenido en sí, sino por el hecho de poder hacerlo, por estar vivo.
Rebobina por un momento e imagina el instante en que que vas sentado en la ventanilla del tren de tu existencia ( y la del mundo) y que circulas de espaldas a la dirección de la locomotora. Como si de un paisaje que vislumbras tras la ventanilla, rebobinarías a velocidades de vértigo muchas estaciones y periodos hasta a llegar a un punto mas o menos reconocible de inicio, el momento irrepetible en que se iniciaron una serie concatenada de sucesos microscópicos y bioquímicos que desembocaron en ese ser vivo que eres hoy y que habita en algún lugar de un inmenso y afortunado planeta llamado Tierra. Verías que en los últimos 3800 millones de años – y en esto intento citar o recrear de memoria algo que leí tiempo atrás a Bill Bryson- has aborrecido durante miles de siglos el oxígeno y luego lo has adorado, has desarrollado aletas y extremidades y unas garbosas alas, has puesto huevos, has chasqueado el aire con tu lengua bífida, has sido pegajoso, coriáceo, has tenido escamas y pelo, has vivido en las profundidades marinas, bajo tierra, en los árboles o surcado el aire, has nadado, te has arrastrado, has saltado, corrido o caminado sobre cien, cuatro o sólo dos patas ….y un millón de cosas más. Como dice Bryson, cualquier mínima desviación de estos imperativos, por muy insignificantes que sean, podría tener como consecuencia que tu y yo fuéramos insignificantes bacterias lamiendo algas en alguna oscura caverna o mudando de piel arrastrándonos entre los espinos del desierto o vete a saber que nueva forma de vida hubiéramos llegado a ser si en uno de esos estadios las cosas hubieran sido sólo un poco o ligeramente poco diferentes .
Y esto es sólo una parte de tu inmensa fortuna. Si nos vamos a nuestros ancestros cercanos, tal vez comprenderíamos mejor estos vínculos que nos unen a cierta línea evolutiva que por mil y un sucesos irrepetibles, desemboca en ti. Si retrocedemos a esos 3.800 millones de años atrás, piensa que cada uno de tus antepasados por ambas ramas materna y paterna fueron lo suficientemente atractivos o inteligentes o fuertes para encontrar pareja, para sobrevivir a guerras, epidemias, terremotos, fríos polares y calores extremos y encima, han estado lo suficientemente sanos para reproducirse , cuidar a sus descendientes y prepararlos para hacer frente a la vida. Y no veamos nada milagroso o religioso en esto.Nada de eso. Demos gracias simplemente a eso, a la suerte de estar vivos y asombrarnos por ello. Y eso aún sabiendo que no hay nada exótico ni sobrenatural ni místico en las sustancias químicas que sustentan la vida. Si quisiéramos crear cualquier criatura viva ya sea una perca de río , un cardo, una seta o un ser humano sólo necesitaríamos “cuatros cositas de nada”: carbono, oxígeno, hidrógeno y nitrógeno más -para darle algo de “sabor” a la vida - una pizca de azufre, fósforo, hierro y calcio entre otros . Si estos pocos "ingredientes" se combinan y encadenan de forma adecuada para formar ácidos, azúcares y otros compuestos básicos, tienen muchas posibilidades de acabar formando parte de un ser vivo como una lechuga o como tú.
Otra cosa distinta es que nos creamos los reyes del mambo, los creadores del arte , de la ciencia y de la cultura y de tantas cosas , que seamos las únicas formas de vida inteligentes en el vasto universo. Sea como sean las nuevas y sorprendentes formas de vida que podamos en un futuro descubrir en los fondos abisales de las chimeneas submarinas, en las ácidas y tóxicas aguas del Río Tinto, en los lagos subterráneos (acabo de escucharlo hoy en televisión) de la Antártida o en los confines del universo, han de responder a una cadena de automontaje exquisitamente ordenada que de lugar a una "estructura", como la que tiene la maravillosa simetría de los cristales de nieve o los mismísimos anillos de Saturno.Bien es verdad que estas estructuras ( ese montón de millones de moléculas) no tienen vida, pero bien podrían estar a un paso, el que en un momento dado estas mismas moléculas dieron para que la vida vaya contigo.
Cuídala.
Rebobina por un momento e imagina el instante en que que vas sentado en la ventanilla del tren de tu existencia ( y la del mundo) y que circulas de espaldas a la dirección de la locomotora. Como si de un paisaje que vislumbras tras la ventanilla, rebobinarías a velocidades de vértigo muchas estaciones y periodos hasta a llegar a un punto mas o menos reconocible de inicio, el momento irrepetible en que se iniciaron una serie concatenada de sucesos microscópicos y bioquímicos que desembocaron en ese ser vivo que eres hoy y que habita en algún lugar de un inmenso y afortunado planeta llamado Tierra. Verías que en los últimos 3800 millones de años – y en esto intento citar o recrear de memoria algo que leí tiempo atrás a Bill Bryson- has aborrecido durante miles de siglos el oxígeno y luego lo has adorado, has desarrollado aletas y extremidades y unas garbosas alas, has puesto huevos, has chasqueado el aire con tu lengua bífida, has sido pegajoso, coriáceo, has tenido escamas y pelo, has vivido en las profundidades marinas, bajo tierra, en los árboles o surcado el aire, has nadado, te has arrastrado, has saltado, corrido o caminado sobre cien, cuatro o sólo dos patas ….y un millón de cosas más. Como dice Bryson, cualquier mínima desviación de estos imperativos, por muy insignificantes que sean, podría tener como consecuencia que tu y yo fuéramos insignificantes bacterias lamiendo algas en alguna oscura caverna o mudando de piel arrastrándonos entre los espinos del desierto o vete a saber que nueva forma de vida hubiéramos llegado a ser si en uno de esos estadios las cosas hubieran sido sólo un poco o ligeramente poco diferentes .
Y esto es sólo una parte de tu inmensa fortuna. Si nos vamos a nuestros ancestros cercanos, tal vez comprenderíamos mejor estos vínculos que nos unen a cierta línea evolutiva que por mil y un sucesos irrepetibles, desemboca en ti. Si retrocedemos a esos 3.800 millones de años atrás, piensa que cada uno de tus antepasados por ambas ramas materna y paterna fueron lo suficientemente atractivos o inteligentes o fuertes para encontrar pareja, para sobrevivir a guerras, epidemias, terremotos, fríos polares y calores extremos y encima, han estado lo suficientemente sanos para reproducirse , cuidar a sus descendientes y prepararlos para hacer frente a la vida. Y no veamos nada milagroso o religioso en esto.Nada de eso. Demos gracias simplemente a eso, a la suerte de estar vivos y asombrarnos por ello. Y eso aún sabiendo que no hay nada exótico ni sobrenatural ni místico en las sustancias químicas que sustentan la vida. Si quisiéramos crear cualquier criatura viva ya sea una perca de río , un cardo, una seta o un ser humano sólo necesitaríamos “cuatros cositas de nada”: carbono, oxígeno, hidrógeno y nitrógeno más -para darle algo de “sabor” a la vida - una pizca de azufre, fósforo, hierro y calcio entre otros . Si estos pocos "ingredientes" se combinan y encadenan de forma adecuada para formar ácidos, azúcares y otros compuestos básicos, tienen muchas posibilidades de acabar formando parte de un ser vivo como una lechuga o como tú.
Otra cosa distinta es que nos creamos los reyes del mambo, los creadores del arte , de la ciencia y de la cultura y de tantas cosas , que seamos las únicas formas de vida inteligentes en el vasto universo. Sea como sean las nuevas y sorprendentes formas de vida que podamos en un futuro descubrir en los fondos abisales de las chimeneas submarinas, en las ácidas y tóxicas aguas del Río Tinto, en los lagos subterráneos (acabo de escucharlo hoy en televisión) de la Antártida o en los confines del universo, han de responder a una cadena de automontaje exquisitamente ordenada que de lugar a una "estructura", como la que tiene la maravillosa simetría de los cristales de nieve o los mismísimos anillos de Saturno.Bien es verdad que estas estructuras ( ese montón de millones de moléculas) no tienen vida, pero bien podrían estar a un paso, el que en un momento dado estas mismas moléculas dieron para que la vida vaya contigo.
Cuídala.
2 comentarios:
Como siempre, una delicia leerte ;))
....y lo más importante, que la VIDA no cese en este espacio VITAL_ISLA.
Saludos Manuel.
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