miércoles, 19 de enero de 2011

Crónica de instantes (V): Cuando las imágenes tenían magia


Ocurre con casi todos los inventos. Nunca está claro quien ha sido el inventor. Algunos - los más espabilados o los que tenían más medios a su alcance- se apresuraron a patentarlos y la historia y los libros de texto terminan adjudicándoselos para la posteridad, dejando injustamente en el camino y en el olvido a los demás. Lo cierto es que la mayoría de los grandes inventos de la humanidad son fruto bien de la casualidad, bien de la colaboración -voluntaria o no- entre varias personas en distintos lugares y épocas. Esto en ciencia es ya un lugar común que daría para más de una novela policíaca. Y ocurre igualmente en el mundo del arte. Pero la crónica de hoy trata de algunos de esos "mágicos" instantes donde la ciencia y el arte se confunden y se enredan en los entresijos de la cultura para enseñarnos no sólo a ver sino a mirar como nunca antes lo habíamos hecho. Estoy hablando de uno de esos artilugios ópticos llamado la "cámara oscura" que bien pudo revolucionar la historia del arte y de la mirada contemporánea , a pesar de no hablarse de ella sino con recelo (reconocer que podía usarla un pintor implicaba que hacía "trampas", que calcaba la imagen proyectada) o o a ciertas descripciones técnicas en los tratados de óptica . Su mecanismo es simple: un orificio por el que entra la luz exterior, una lente que capta y amplia la imagen , un espejo que la refleja en una determinada dirección y ángulo (45º), un tubo o caja estanca que la transporta y una pantalla cóncava o plana sobre la que se proyecta situada en una habitación a oscuras (de ahí lo de cámara oscura). Los artilugios portátiles como el de la ilustración son una versión reducida del mismo principio. Con el tiempo dichos artilugios fueron perfeccionándose y a mediados del siglo XIX dan lugar, merced a los avances en el campo de la óptica y de la química , al emocionante surgimiento de las máquinas de mirar y reproducir en imágenes la realidad por las cuales nacerían la fotografía y el cine. Fueron años donde la ciencia y el arte se aliaron en la vertiginosa (y rentable) carrera de fabricación de imágenes. Fueron los años de Muybridge o de Jules -Etienne Marey, a quién dediqué tiempo atrás este post y me sirvió de inspiración para hacer un "videoclip" o  remix  experimental 


Recientemente, como atractivo turístico en
Sevilla han instalado una cámara oscura gran escala en la Torre de los Perdigones y también hay otras en algunas ciudades como Cádiz (Torre de Tavira). Sin embargo, pienso que el fenómeno debió conocerse desde la más remota antigüedad. Ahora, en este preciso instante en que escribo, me viene a la memoria una "imagen" de cuando era pequeño y veraneaba en casa de una tía mía. Cuando llegaba la hora sagrada y "obligada" de la siesta los niños nos retirábamos a las oscuras y frescas habitaciones de techos altos a dar "una cabezadita" hasta que pasaran las horas de la asfixiante "flama" estival. Sólo se escuchaba el zumbido de las moscas alrededor de los restos de la sobremesa . Por entre las rendijas de las contraventanas se filtraban delgados rayos de luz. Mis primos y yo jugábamos a identificar esas extrañas y fantasmales figuras (personas, coches,...) cabeza abajo que se deslizaban por el techo de la oscura habitación. Era nuestro cine de sobremesa. En el fondo aquella habitación se convertía en una gran cámara oscura.

De la misma forma , imagino que este fenómeno no pasaría desapercibido a los muy espabilados sabios o sacerdotes egipcios, chamanes mayas o a los mismísimos eruditos griegos. E incluso, apurando mucho, a nuestros antepasados de las cavernas. ¿Se imaginan a nuestro sufrido homo sapiens explorando temeroso una cueva y que en ese momento por una fisura se colara un potente rayo de luz proyectando las imágenes del exterior en las paredes de la gruta? Yo los imagino tocando con miedo (les presupongo algo de curiosidad) y asombro esas fugitivas imágenes cambiantes. No es descabellado pensar que en algún momento y lugar podría haber ocurrido. De hecho si habéis tenido la suerte de visitar esa maravilla que son las Cuevas de Altamira podéis imaginaros a estos antepasados casi en cuclillas (la altura de la cueva original no permitía estar de pie) en la angosta galería de polícromos contemplando sobre sus cabezas y en todas direcciones esos impresionantes volúmenes de bisontes y otros animales pintados con sorprendente maestría , que sobresalen amenazantes del techo de la cueva proyectando cambiantes sombras bajo la fluctuante luz de las antorchas de grasa o tuétano animal. Debía ser un espectáculo que dejaría sin habla a quienes lo contemplaban y más si presumiblemente iba acompañado de rituales , cánticos o narraciones, porque está claro que esas figuras no se pintaron sólo por amor al arte. Cuando vemos esas reproducciones limpias de sombras y planas como una tabla de planchar en los libros de texto de Historia del Arte no podemos ni imaginarnos todas las sensaciones que se viven cuando las ves en directo, porque te mueves y al moverte físicamente por la cueva las sombras van cambiando: hasta da la impresión "mágica" que los bisontes corren , embisten, bufan...se mueven.La imagen de la fotografía puede dar una idea sólo aproximada de lo que quiero decir. Es como una película en tres dimensiones, un programa audiovisual de la prehistoria.

La linterna mágica, es otra de esas máquinas de ver y que consiste en una especie de rudimentario proyector de diapositivas ( en realidad, placas de cristal pintadas a mano de figuras grotescas) donde la fuente de luz es la llama de una vela que al agitarse con el aire ondula y deforma las figuras proyectadas dándoles una apariencia fantasmal , como este grabado que reproduce una supuesta escena donde nada más y nada menos que el sabio
Diógenes enseña el artilugio a un asombrado Alejandro Magno



Pero avancemos en la máquina del tiempo y volvamos a la historia (oficial) de la cámara oscura. Todo empezó- dicen las crónicas- en el siglo x, cuando el oftalmólogo musulmán Alhacén decidió escribir su "Tratado de Óptica" en el que aseguraba que son los objetos los que emiten los rayos lumínicos que el ojo recibe y no al revés como aseguraban las teorías de los griegos Arístóteles o Euclides. En la Edad Media Roger Bacon continuó los estudios de Alhacén y ya en el Renacimiento, el gran y polifacético Leonardo da Vinci impulsó el desarrollo de una cámara oscura añadiendo una lente al orificio por el que entraba la luz, acercándola a lo que siglos más tarde sería la cámara fotográfica. Pero el gran divulgador del invento fue el científico italiano Giovanni Della Porta en el siglo XVI que la dio a conocer a un gran número de artistas y que presumiblemente pudieron utilizarla para sus grandes obras, algunos de forma evidente y documentada como Canaletto o Veermer ( ver secuencia de la cámara oscura de Veermer en la película "La joven de la perla") pero como ha demostrado el artista David Hockney en su fantástico trabajo de investigación "El conocimiento secreto" (recomiendo esta interesante reseña ) , el uso de estos "artilugios ópticos" estaba a la orden del día en el mundillo artístico y mucho antes de lo que vulgarmente se pensaba. Concretamente, entre los años 1420 y 1430, en algún lugar del norte de Europa, se empezó a desarrollar su técnica, permaneciendo como un conocimiento más o menos secreto hasta que se filtró en algunos talleres italianos.Su controvertida y revolucionaria tésis amplia y gráficamente documentada en su obra- apoya que un cierto número de pintores ( muchos más de los que pensamos, incluidos Caravaggio, Velázquez, Van Eyck o Ingres por citar los más famosos) pudieron usar directa o indirectamente algunos de estos artilugios con espejos y lentes - bien la cámara oscura, bien la cámara lúcida (en la imagen de la izquierda)- para ejecutar muchas de sus obras. Los artistas en esta época eran los creadores oficiales de las imágenes existentes y supuestamente , se les acumulaba el trabajo. Disponían de medios, de grandes talleres y un meticuloso programa de trabajo que incluía a ayudantes y aprendices que ejecutaban las partes menos nobles de los cuadros (preparación de fondos, paisajes, etc). No es de extrañar que si tenían a su disposición un artilugio óptico que les ahorrara horas y horas de trabajo en los detalles difíciles como ropajes, rostros, etc., no llegaran a utilizarlo. Y es lógico que lo guardaran en secreto por aquello de la competencia. En el fondo hoy día los artistas (y muchos científicos) también funcionan así, por lo que cabe suponer que efectivamente su uso fue más generalizado de lo que se piensa o documenta la Hª oficial del Arte, aunque de una forma o de otra y por diversos motivos, "encubierto.

"Los Embajadores" (1533) de Hans Holbein el Joven

Lo cierto es que tras estas nuevas aportaciones veo la pintura con otros ojos. Me intereso más (aparte del qué cuenta y por qué lo cuenta)  por la iluminación,  por cómo los artistas del claroscuro como Caravaggio se preocuparon de trabajar siempre con modelos del natural y con una cuidada y potente iluminación que creaba sombras intensas y profundas, necesarias para trabajar con artilugios de óptica como bien saben hoy día los fotógrafos profesionales. De hecho, si muchos de estos cuadros los vemos en blanco y negro, nos asombraríamos del parecido que tienen con auténticas fotografías. Intenten imaginar o vean en blanco y negro este famoso cuadro de Hans Holbein llamado "Los Embajadores" reproducido más arriba, con la famosa calavera anamórfica que solo podemos ver en su verdadera forma si no situamos en un punto concreto al lado de la obra. Imposible estos logros visuales sin el auxilio de la óptica.



"La flagelación de Cristo" (1606-7) , Michelangelo Caravaggio

Desde mi punto de vista, este hecho no quita ni resta valor a la obra ni al artista. A fin de cuentas, la imagen no se crea sola, es la mano del artista quien traza las líneas o pone los colores, que no siempre es fácil y requiere (por las veces que yo mismo lo he intentado) una considerable habilidad técnica. El caso de Caravaggio es más asombroso aún si cabe, ya que nos e conservan dibujos preparatorios de sus obras, es decir que pintaba directamente del natural, socorrido o  no por la óptica. Los métodos de los artistas- eso también lo sé por experiencia- sean materiales, técnicas, herramientas, etc, tienen una influencia profunda y directa en la obra que realizan. Y por eso me maravillo, volviendo al principio de los tiempos y a cuando las imágenes eran magia, con esos bisontes y ciervas cuasi animados de Altamira.No puede dejar de asombrarme el cómo estos remotos antepasados sacaron de las formas y relives de las piedras las primeras imágenes evidentes de la inteligencia humana con algo más que sus manos, carbón y óxido de hierro. Porque siempre olvidamos que el sólo hecho de trazar una línea para representar una idea es una de las mas revolucionarias formas de pensamiento.

2 comentarios:

Cristina V. dijo...

Mi nombre es Cristina Velázquez y quiero invitarlo a participar de una
de mis iniciativas denominada "Tu Blog en mi Blog"
http://www.tublogenmiblog.blogspot.com/

Un espacio en donde cada uno de los “creativos” que en algún momento decidieron compartir, a través de un blog, su trabajo, sus ideas, reflexiones,
conocimientos, y los de otras personas, puedan contar el por qué de esta iniciativa, qué los motivó a hacerlo, la experiencia, anécdotas y vivencias.

A la fecha, hay más de 400 publicaciones, con contenido educativo, presentados por sus autores.

Espero que le interese la propuesta de contarnos, a través de una entrada, acerca de su publicación.
Cordialmente
Prof. Cristina Velázquez

Mariano G dijo...

En la escuela de arquitectura, asignatura procedimientos de expresión, hacíamos gran uso, y abuso, de una ampliadora de fotografía. Nos salían unos "apuntes" fantásticos. Sobre una misma base, el negativo, trabajábamos varios compañeros, cada uno aportando su estilo. Incluso con foto había quien no daba pie con bola