miércoles, 1 de diciembre de 2010

Crónica de un instante (III): de cumpleaños y calendarios

Reloj de Arena de Fran Suárez en http://grupobazanfotodelmes.blogspot.com/

Han pasado dos años en Ínsula Dulcamara. Y en dos años han pasado muchas cosas. Buenas y malas.Tormentas, tempestades y días de calma y radiante sol. De -casi- todo he dejado constancia aquí en mi refugio insular, como el mar deja su constancia cada día y cada noche en la orilla. Dos años no son gran cosa, es verdad. Dos años pasan volando si lo medimos por el calendario. Pero los años tienen sus días y sus noches, sus horas y su minutos, sus segundos... Y a veces, ni eso, cuando el tiempo parece detenerse en algún punto, en algún instante. Lo sentí cuando el año pasado me dejó mi madre y luego, en este fatídico año de pérdidas, dos de mis mejores y viejos amigos, Obi y Lolo. La vida es eterna en cinco minutos, decía en "Te recuerdo Amanda" el gran y malogrado cantautor chileno Victor Jara.

¿Cómo mido este tiempo? ¿Qué significa el tiempo? Nuestra cultura ha sido y será una cultura que lucha por controlar y domesticar al tiempo, obsesionada con el tiempo, inmersa en el tiempo que marcan esas cárceles circulares que atrapan y trituran el tiempo en segundos, minutos y horas y que llamamos relojes. Viviendo contrareloj. No es de extrañar que la palabra cultura derive precisamente del latín Cultus, "cultivo o acción de cultivar". Cultivar la tierra y domesticar el tiempo fueron las dos verdaderas revoluciones humanas que se llevaron a cabo en los tiempos neolíticos.Y ambas empresas fueron parejas, cuando en un instante que duró cientos o miles de años, decidimos que seríamos agricultores y hacernos sedentarios, crear aldeas, pueblos, ciudades y leyes, fronteras y guerras.

La tierra fue domesticada primero con la agricultura y luego, mucho después, a través de la Geometría (Geo- tierra y metros-medición) y la Cartografía.Ya hablé antes de mapas . Hoy toca hablar de instantes y de tiempos, de atrapar el tiempo .Cuenta Herodoto aquella famosa historia de cómo surgió la Geometría en el Antiguo Egipto, al amparo de la agricultura como forma de poder hacer mediciones para evaluar los daños que las crecidas del Nilo causaban en las tierras cultivables de la ribera. El agrimensor miraba al suelo y mientras tanto , astronomos y astrólogos miraban al cielo para intentar encontrar los ciclos y las causas que podían propiciar una buena o mala cosecha a la par que brujos y sacerdotes advenedizos se apropiaban de estos conocimientos astronómicos para aterrorizar e impresionar a sus incultos śubitos.

Por ello todas la culturas se crearon sus "calendarios",su peculiar forma de "cultivar" y domesticar al tiempo en estaciones, ciclos de lluvias y de cosechas. Ese afán de doblegar y predecir el tiempo no era otra cosa que esquivar las "cornás que daba el hambre" al decir de aquel torero, Espartano, cuando se le preguntó porqué se arriesgaba ante el toro. Hubo un momento en que eramos miles y miles de bocas que alimentar y sólo una forma de hacerlo: con las cosechas.El que un año hubiera buena o mala cosecha condicionaba los ciclos de vida y muerte de miles de personas.

La relación de nuestros antepasados con el cielo y las estrellas ha propiciado gran parte de las mitologías y cosmogonías y posteriormente, las distintas religiones que conquistaron ( a sangre y fuego) el mundo. Por eso hubo un tiempo en que el poder y la divinidad se asociaban al conocimiento astrológico, propiciando toda una cultura de mitos, rituales y supersticiones vinculada al control de los elementos, entre ellos el escurridizo tiempo. La supuesta inmortalidad de muchas divinidades no hace sino reforzar esa apropiación extrema del tiempo a manos del poder reinante en el cielo y en la tierra...Y eso fue hace ya mucha memoria y mucho tiempo.

El presente tan sólo dura un instante : lo que tarda el futuro que todavía no existe en convertirse en pasado que ya no existe.

Y así , tal día como hoy, mirando a través de cristales y de cemento también veo ese mismo cielo y estrellas y veo que han pasado dos años. Y agradecido como lo estuve el primer año, lo sigo estando en este segundo a todas las personas que se desvían de las rutas de sus rutinas y le roban esos instantes al ogro del tiempo para naufragar en este refugio insular , ni dulce ni amargo .Y espero seguir habitándolo alguno más y llenándolo de crónicas de instantes. Gracias por estar al otro lado, dondequiera que esté. Gracias...

8 comentarios:

Carlos dijo...

Felicidades Manuel, por los dos añitos del blog y por acercarnos a tu insula donde siempre podemos escuchar bellas palabras.
Y que cumplas muchos más ;DDD

juankar hernandez iruretagoiena - @juankarh dijo...

No quería ser el primero, pero detrás de Carlos sí voy: dos años es mucho y nada... Voto por otros tantos varias veces!

Carmen María dijo...

A veces quiero naufragar sólo para llagar a esta isla acogodora, y llenarme de sol, arena, textos pequeños y grandes, imágenes, descubrimientos.

¡Brindo con mi botella de ron caribeño! y te deseo, Manuel, muchos años más sin cuento, y con todos los cuentos que puedas albergar.

Nicolasa Quidman dijo...

Enhorabuena, Manuel. Me admira la constancia (que es justo lo que yo no tengo) en compartir, en exteriorizar... Y por supuesto, me admira la poesía que emana de todo lo que produces, y el cariño que dejas impregnando tus artículos. Un placer seguirte en tus reflexiones digitales :D

F.Javier de la Rosa dijo...

Grande!!! Ya tienes a otro lector por aquí.Seguro que esto promete, ahora me tengo que poner a leer lo que ya está ;DD

©Lola dijo...

Escribes muy bonito y, con tus elegías (pinché los enlaces) me has sacado las lagrimillas nostálgicas echando de menos a los que se han ido antes...
Precioso el mensaje de Pedro también.
GRacias mil, y

¡¡¡FELICIDADES!!!

Manuel dijo...

Pues muchas gracias a tod@s por haberos pasao por aquí para soplar estas dos velitas blogueras.

manuel varela dijo...

Saludos Manuel por tu isla, que en parte es la nuestra, aunque a veces sea un vuelo de pasada, pero eso sí, raso y ralentizado, que pueda observarte.

Un abrazo.