martes, 22 de febrero de 2011

Crónica de un instante (VII): Lolo Pavón se fue a decorar el cielo


"Confusión mixta" Óleo de Lolo Pavón (2002)

Me es difícil, muy difícil escribir una reseña sobre Lolo Pavón en estos momentos. No podría mantener el temple y la distancia necesaria porque no sabría separar debidamente las cosas, las imágenes, los recuerdos, las conversaciones,….Pero Pilar, su compañera, me lo ha pedido para un catálogo y una exposición que le van a dedicar en su ciudad natal , San Fernando. Así que voy a hacer de tripas corazón e intentaré hablar si no de arte , sí de sensaciones y de amistad.

Tengo la inmensa suerte de tener varios cuadros de Lolo en casa. Suelo mirarlos a menudo y con un nudo en la garganta, reflexionar sobre la esencia del arte y de la vida. Irradian una energía especial que se expande más allá del marco, más allá de la pared donde están colgados. Impregnan el aire de tal manera que uno se siente rápidamente poseído y habitado por esa esencia, por ese arte latente de quien verdaderamente ha sido y vivido como un artista. Es como si sus cuadros me miraran y no al revés. Me recuerdan, me están diciendo que hay que sentir y vivir el arte por todos los poros. Es la magia que tiene el verdadero arte. Y Lolo lo tenía, a raudales.


Sobre Lolo han dicho muchas cosas y todas bonitas, todas maravillosamente tiernas, como por ejemplo que fue “un niño grande y un zangolotino feliz”, que era además de un inmenso artista, una maravillosa persona de trato afable, con gran sentido del humor, de animada conversación y (paradojas del destino) todo corazón. Y doy fe de que así es, que así siempre fue Lolo Pavón. Porque nos conocimos en los lejanos y bohemios tiempos de la Escuela de Bellas Artes en Sevilla y desde entonces –a pesar de las vueltas de la vida y las distancias- hemos sellado una de las amistades más sinceras que he tenido el gusto de compartir y sentir.

Así que ruego me perdonen si hablo más de sentimientos que de arte. Me vienen a la memoria tantas emociones, descubrimientos, casas, pinturas, pinceles, músicas, amigos y tantas otras cosas que sería aburrido aquí y ahora, enumerar. Y eran tiempos de dudas e incertidumbres donde hablábamos mucho de las cosas de la vida y por supuesto, de arte. Le he visto crecer como artista. He visto como su obra se ha ido haciendo cada vez más personal y auténtica, cómo su paleta de tonos apagados y su temática expresionista de los primeros años ochenta (bajo el poderoso influjo de la pintura y obra gráfica de Edvard Munch) pasó a iluminarse con un estilo de dibujo y una gama cromática personalísima, alegre y festiva que es una de sus señas de identidad.


Como la vida misma las pinturas, los dibujos y las esculturas de Lolo Pavón están llenas de líneas, caminos y bifurcaciones que conducen a un único y mágico lugar que sólo los verdaderos artistas alcanzan: ese lugar llamado arte, ese lugar que para Paul Klee -un artista al que admirábamos ambos con pasión- no reproduce lo visible, sino que “hace” visible.

Y así es, viendo ahora -y en su dolorosa y prematura ausencia- muchas de sus obras en mi pared o en una galería de arte, pienso en todas las cosas a la vez sencillas y complejas que por ellas hace visibles, todos esos sueños, esa alegría de sentir y de vivir, esos personajes y mundos al límite de la distorsión, esas inverosímiles historias entrecruzadas, esos paisajes de la infancia y de la memoria, esa sinfonía casi musical de colores… Por todo ello, Lolo Pavón ha tenido la inmensa suerte de no irse del todo, de quedarse del lado de acá de quienes aún creemos en la fuerza magnética que tienen las genuinas obras de arte.

Y no se ha ido, como decía su hija Lola, "Lolo Pavón se fue a decorar el cielo". Y éste es el emotivo nombre de la exposición...

Y para cerrar, un pequeño tributo en vídeo con su obra y escuchando su música y su voz...

Lolo Pavon se fue a decorar el cielo on PhotoPeach

4 comentarios:

Inma dijo...

No lo podías haber descrito mejor, así era Lolo y así es su obra. Y así lo siento yo cuando veo sus cuadros en mis paredes.Lolo fue un regalo para todos los que lo conocimos y cada día lo echo de menos.

jmendozap@ono.com dijo...

Me emociono cuando mirando un cuadro de Lolo,sigo descubriendo nuevos matices, pequeños detalles y guiños que hasta ese momento me habian pasado desapercibidos. Me emociono con su recuerdo y con los momentos vividos y disfrutados a su lado y me emociono con la amistad verdadera y todo lo que de ella se desprende. Gracias Manué

Mariano G dijo...

Para mí sus cuadros "hacen visible" la alegría de vivir. La íntima felicidad alcanzada al ser consciente de estar vivo.

Magdalena dijo...

Tan imposible hablar del amigo Lolo sin mencionar su arte, como hablar del artista Lolo sin mencionar su amistad.