Tal día como hoy hace un año. Cadenas de acontecimientos. Segundos, minutos, dias y meses que se han hecho por igual eternos y efímeros. Esperanzas y sueños. Ausencias, doloridas ausencias. Pero la vida sigue como sigue derritiéndose cada mañana el azúcar sobre el café o puliéndose la piedra en el río, lenta pero implacablemente. Tal día como hoy comencé a escribir mis primeros haiku, sinceros pero incipientes en cuanto a desnudez, métrica y refinamiento. Comencé a leer haikus y comencé a sólo atisbar la insuperable belleza de maestros como Bashô, Issa, Ryôkan o Buson. Hice muchos, cientos. De todos tal vez, ahora en la distancia, unos pocos se salven y realmente sean fieles al espíritu, a la latencia auténtica del haiku. Sólo unos pocos logran ser esas raspaduras poéticas, esos relámpagos de tres versos que salen del alma como un quejío, como cuando de pequeños sumergíamos un balón de goma en el mar y luego lo soltábamos disparado hacia fuera del agua. Es por ello que estos haiku ( y por ello deba traicionar la máxima oriental de no explicarlos y comentarlos, sino sólo sugerir con unos brevísimos versos de 5, 7 y 5 sílabas) rehuyen tal vez de las imágenes grandilocuentes y busquen ( sólo busquen o anhelen) la sencillez, la ligereza, lo desnudo, lo esencial. Olores, sensaciones, voces, silencios, tiempos, destiempos, lugares y no lugares y sobrevolándolo todo , tal vez cierta sensación de pérdida junto al omnipresente recuerdo de mi madre, fallecida en Julio del año pasado. Algunos resultarán crudos, otros posiblemente inaccesibles (salvo para quienes me rodean) porque responden a ráfagas y momentos concedidos al silencio y la intimidad. Pero si algo de hermoso tiene el haiku es que cada uno le pone su música, su propio canto. Cada lector es artesano del poema y constructor del sentido. Sin más y confesando haber hablado más de lo necesario, debo cortar. Cuando den las campanadas y un año dé paso al siguiente, cuando las uvas atraganten las gargantas y el cristal de los vasos y las voces se eleven sobre las mesas, este post saldrá a la luz sin hacer ruido, en la incierta frontera entre un año que termina y otro que comienza. Los haiku...
Silencio roto
por un perro que ladra
luces del albaQueman mis manos
las castañas asadas
y los recuerdosCorriente de agua
que pasa impetuosa
sobre las piedrasUn soplo de aire
ha apagado la vela
y tu luz, madreComo un corcho
que hundes en el agua
emerge tu infanciaSal a la sal
la pleamar de Armona
lame mis lágrimasSólo en la nocheempapado en niebla
sudando fríoJilguerillo yerto
grande, solemne muerte
siendo pequeñoMarea de algas
por los cuatro costados
me duele el marDejé de contar
cada día que pasa
sin quere hablarNo quedan ascuas
tampoco ganas de nada
hace viento y fríoContentos los dos
el nieto y la abuela
llorando yo.Habla por mi
el murmullo de la mar
y eso me bastaCaido al suelo
un botón descosido
y no quiero cogerlo.Sirven a la mesa
alcachofas rellenas
de recuerdosJunto a la candela
mas quema la tristeza
que el fuegoVan, vienen las olas
ajenas al paso del tiempo
es un consuelo
3 comentarios:
son bonitos para comenzar el año.
un saludo.
Maravillosos haikus, como piedras pulidas halladas al ahondar bajo la arena.
Feliz Haiku Manuel....
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