Todos supimos de Pitágoras en la escuela . Bueno, supimos poco más que su mundialmente famoso teorema, que por cierto, ahora sabemos que ya había indicios de conocerse -si no dicho teorema propiamente dicho, sí algunos de sus problemas y aplicaciones derivados- por el hallazgo de ciertas tablillas de arcilla mesopotámicas mucho más antíguas. Mismamente, en el Antiguo Egipto, la pirámide de Kefrén, datada en el siglo XXVI a. C., fue la primera gran pirámide que se construyó basándose en el llamado triángulo sagrado egipcio, de proporciones 3-4-5 .Si cogemos una cuerda y la dividimos en partes iguales mediante 12 nudos podemos obtener un triángulo rectángulo con estas proporciones, que fue la herramienta que los agrimensores egipcios utilizaban para medir y cuadrangular las parcelas de cultivos. Lo cierto es que poco o nada se sabe del personaje. Es más, no se sabe si realmente Pitágoras existió. Incluso se especula que Pitágoras fue una "escuela del pensamiento" , y no una persona: una escuela que aglutinaba a astrónomos, músicos, matemáticos y filósofos, que creían que todas las cosas son, en esencia, números. Por cierto, etimológicamente, Pitágoras significa "los que hablan con el vientre". Se dice, además, que tenía un muslo de oro y que incluso resusitó docientos años después de morir. Cuando la memoria, la mitología y la fantasía se enredan, con la historia pasan estas cosas tan sorprendentes y fuera d etoda lógica ¿un muslo de oro, para qué ? ...
Nunca sabremos a ciencia cierta quién fué o quienes fueron aquellos ( o aquellas ) a quienes la posteridad legó un sitio bajo el nombre de Pitágoras. Habla el cronista Diógenes Laercio de al menos cinco "candidatos" a Pitágoras: uno nacido en Crotona, otro en Fliunte y que fué entrenador de atletas; el tercero en Zacinto; el cuarto, el supuestamente verdadero que aqui nos ocupa y el quinto, un escultor de Regium a quien tambien se le atribuye el descubrimiento de las consonancias musicales. Si atendemos a lás crónicas de Laercio, tal fue el éxito de su presentación pública que los padres enviaban gustosos a sus hijos para que los educara el samio, esperanzados en que el trato con él los convirtiese en notables legisladores. Mas, al contrario de otros educadores, la admisión al círculo del sabio del muslo de oro no era tan sencilla, y, lo que es más, la permanencia en el grupo dependía de una rigurosa pedagogía: los estudiantes debían pasar "en silencio" cinco años de atenta escucha a las enseñanzas del sabio -sin cuestionar, sólo entregados a aprender-, debían ejercer una meditación autocrítica cada noche, debían llevar un modo de vida estrictamente reglamentado -cuya regulación iba desde la alimentación hasta los modos de vestir .Hoy a esto le llamaríamos pura y llanamente una secta, con sus "codigos" y contraseñas. Por cierto, la contraseña pitagórica era este famoso "tatuaje" que se cuidaban muy mucho de no tener a la vista
Entre todas las lagunas de su biografía hay ciertos datos que -ciertos o no- ponen en escena su presunta sabiduría: un viaje a Egipto en el que conoció los secretos de esta civilización; la revelación de un teorema; el descubrimiento de las medidas y los pesos; hallazgos astronómicos y el asunto de esta crónica, la invención de la escala musical y el monocordio . Todo este compendio ( y mucho más) en un sólo personaje: Pitágoras.
Entre todas las lagunas de su biografía hay ciertos datos que -ciertos o no- ponen en escena su presunta sabiduría: un viaje a Egipto en el que conoció los secretos de esta civilización; la revelación de un teorema; el descubrimiento de las medidas y los pesos; hallazgos astronómicos y el asunto de esta crónica, la invención de la escala musical y el monocordio . Todo este compendio ( y mucho más) en un sólo personaje: Pitágoras.
Sea como sea, cabe preguntarse, en medio de tantas dudas si fue el escultor el que en realidad descubrió las proporciones musicales o si Pitágoras también fue escultor. Esta multiplicidad de personajes-mas allá de indicarnos que "Pitágoras" era un nombre común en Grecia - revelan ese aspecto mítico de su existencia común a otros mitos mas o menos de carne y hueso.
Dice Aristóteles que los pitagóricos se dedicaron a las matemáticas y al Geometría , que fueron los primeros que hicieron progresar este estudio y, habiéndose formado en él pensaron que sus principios eran los de todas las cosas. Tenían el entusiasmo propio de los primeros estudiosos de una ciencia en pleno progreso, y les cultivó la importancia del número en el cosmos: todas las cosas son numerables, y muchas las podemos expresar numéricamente. Muchos de sus descubrimienbtos tenían la consideración de alto secreto y bien puede ser que ciertas muertes violentas no del todo esclarecidas en el seno de las sectas pitagóricas se deban a quienes "se iban de la lengua" con algunos de sus secretos. Se cuenta que el grupo mantuvo en el mas estricto secreto el descubrimiento de los números irracionales, y la leyenda cuenta que un miembro fue ahogado por no saber tener la boca cerrada .
Pero volvamos al misterioso y esquivo Pitágoras y situémonos en la crónica de ese instante en que le son revelados los misterios de la música para dar paso al monocordio. ¿Y me preguntaréis que qué leches es un monocordio? Pues es el instrumento por excelencia de la la llamada Música Mundana emparentada a su vez con la música del cosmos, la música de los planetas , la supuesta música de las esferas que tanto entusiasmó a los antiguos y a algún que otro moderno como Mike Oldfield. Algo de ello comenté en uno de mis antiguos posts "Consideraciones acerca de una caja de canicas" . Pues bien , el monocordio es una caja resonante rectangular provista de una cuerda que podía regularse su longitud merced a un caballete móvil para reproducir los 22 sonidos que constituían la antigua escala musical.
Pensemos en un Pitágoras meditativo que deambula arrastrando su muslo de oro por las afueras de su ciudad y que de repente, qué casualidad, escucha el repiqueteo de un grupo de herreros en la fragua: Alentado por la armonía del sonido, descubre a cuatro herreros trabajando el metal hirviente con sus mazos. Pitágoras, curioso como él sólo, examina los mazos ( habrá que ver la cara que pondrían los herreros) y descubre que tienen un peso en proporción al sonido que emitían. Se marcha a su casa bulléndole la cabeza con el "descubrimiento" y realiza un nuevo experimento: coge cuatro hilos de longitudes idénticas a los que ató cuatro pesos diferentes y obtuvo otra vez una relación matemática entre dichos pesos y los sonido emitidos para luego establecer las relaciones entre la longitud , la tensión de la cuerda y las notas musicales. Se trataba sin duda de un hallazgo de gran trascendencia ya que permitía alimentar la creencia de que fenómenos tan inaprensibles como la música podían ser explicados mediante números. Y si la música terrestre podía explicarse mediante números , también la música de los cuerpos terrestres (incluidos los minerales y los poliedros), la musical celestial de los planetas y en definitiva, la música del universo. Una vez Jean Cocteau dijo que su sueño en música era escuchar la música de las guitarrras cubistas de Picasso. Yo me conformaría con soñar la música planetaria que Pitágoras tenía en su cabeza. Por soñar que no quede, aunque sólo sea un instante...
Pero volvamos al misterioso y esquivo Pitágoras y situémonos en la crónica de ese instante en que le son revelados los misterios de la música para dar paso al monocordio. ¿Y me preguntaréis que qué leches es un monocordio? Pues es el instrumento por excelencia de la la llamada Música Mundana emparentada a su vez con la música del cosmos, la música de los planetas , la supuesta música de las esferas que tanto entusiasmó a los antiguos y a algún que otro moderno como Mike Oldfield. Algo de ello comenté en uno de mis antiguos posts "Consideraciones acerca de una caja de canicas" . Pues bien , el monocordio es una caja resonante rectangular provista de una cuerda que podía regularse su longitud merced a un caballete móvil para reproducir los 22 sonidos que constituían la antigua escala musical.
Pensemos en un Pitágoras meditativo que deambula arrastrando su muslo de oro por las afueras de su ciudad y que de repente, qué casualidad, escucha el repiqueteo de un grupo de herreros en la fragua: Alentado por la armonía del sonido, descubre a cuatro herreros trabajando el metal hirviente con sus mazos. Pitágoras, curioso como él sólo, examina los mazos ( habrá que ver la cara que pondrían los herreros) y descubre que tienen un peso en proporción al sonido que emitían. Se marcha a su casa bulléndole la cabeza con el "descubrimiento" y realiza un nuevo experimento: coge cuatro hilos de longitudes idénticas a los que ató cuatro pesos diferentes y obtuvo otra vez una relación matemática entre dichos pesos y los sonido emitidos para luego establecer las relaciones entre la longitud , la tensión de la cuerda y las notas musicales. Se trataba sin duda de un hallazgo de gran trascendencia ya que permitía alimentar la creencia de que fenómenos tan inaprensibles como la música podían ser explicados mediante números. Y si la música terrestre podía explicarse mediante números , también la música de los cuerpos terrestres (incluidos los minerales y los poliedros), la musical celestial de los planetas y en definitiva, la música del universo. Una vez Jean Cocteau dijo que su sueño en música era escuchar la música de las guitarrras cubistas de Picasso. Yo me conformaría con soñar la música planetaria que Pitágoras tenía en su cabeza. Por soñar que no quede, aunque sólo sea un instante...
3 comentarios:
Felicidades por esos 100 elevado al cuadrado tuits.
Muy bueno, Manuel.
Saludos.
Gracias por el post!. Muchas ideas y caminos. Hoy choca este empeño en perseguir una vida buena (o recta?) de los antiguos, una forma de vivir, donde ciencia y estética están dentro de la ética... siempre te queda la curiosidad por saber más. Guthrie decía que vinieron a ser un puente entre los órficos y lo que vino después.
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