Se viaja de muchas maneras. Países, paisajes y ciudades que toman forma en nuestra imaginación. Como en ciertos sueños, uno ha estado en muchos lugares antes de estar. Los ha imaginado de niño en los mapas escolares, los ha visto en películas, los ha escuchado en las historias que cuentan las canciones o los ha recreado entre las páginas de los libros que ha leído. Sí, también los lugares tienen su música y sus historias y también viajamos con ellos. Y por supuesto, a través del arte y la fotografía uno ya ha viajado a ciertos lugares.
Esto sucede, por supuesto, con Berlín. Una ciudad dinámica, compleja y con una convulsa historia a sus espaldas.
Así que esta primera crónica de mi viaje a Berlín, es en definitiva un crónica de
un viaje anunciado, la crónica de un viaje imaginado a través de la escuela, del
cine, de la música o del arte. Empezamos…
Mapas.
De pequeño se me daba bien dibujar. Me encantaba, además, dibujar mapas en la escuela. Viajaba imaginariamente con ellos. También, por eso mismo, se los hacía a mis compañeros menos diestros
en el dibujo a cambio de favores u otras ayudas escolares. A fuerza de marcar con
puntos una y otra vez las capitales, los mares, los ríos y las montañas uno aprendió Geografía y se hizo una
composición de lugar de cómo estaba repartido y estructurado el mundo. Algunas capitales tenían nombres
exóticos, que ya de por sí, abrían la
fantasía de un niño a imaginar mil y una aventuras en ellas: Singapur, Ulan Bator, Mogadisco o Yakarta . Cada país de un color. Un color minuciosamente aplicados
con aquellos entrañables lápiceros Alpino que tenía en mi estuche de skay de “tres plantas”. Y tengo el recuerdo de que las fronteras las remarcaba más fuerte del mismo color, de forma que los mapas parecían alfombras o puzzles
de colores. Luego uno , cuando viaja por primera vez, se da
cuenta de que los países no cambian de color al atravesar sus fronteras sino
que más o menos siempre son siempre el mismo color gris.
Ay, las fronteras. Y ahí estaba una ciudad llamaba Berlín, como
capital de la extinta RDA, que por
supuesto en mis mapas y en grandes los mapas que se colgaban de la pizarra, llevaba un color distinto de la RFA, cuya capital era la insulsa Bonn. Y por supuesto, yo aún no sabía nada del
drama que suponía que existiesen dos
Alemanias y que llevasen dos
colores distintos. Ni que dentro de Berlín hubiese también dos ciudades
distintas y un infame muro que las separaba. Era un niño y los únicos muros que
conocíamos eran las tapias de las bodegas y lagares del pueblo donde nos saltábamos a
coger hojas de morera para los gusanos de seda.
Cine
Luego, mucho más tarde, vino el cine. Ay, el cine. Cuántas películas, cuantos lugares. La primera y más nítida referencia que tengo
de Berlín tal vez sea “El cielo sobre Berlín” de Wind Wenders. Recuerdo especialmente esta maravillosa toma aérea panorámica en
blanco y negro desde la Columna de la Victoria ( Siegessäule) en Tiergarten. Estando allí quise subir pero llovía mucho y no valía la pena porque la gente estaba agolpada en el mirador, así que en cierta forma me conformo mejor con esa mirada poética a través del personaje de Wenders. Ya estuve allí, ya vi...
Tráiler
Y está, por supuesto, Cabaret. ¿Quién no ha visto o escuchado a Lisa Minnelli en Cabaret?
Tráiler
Y está, por supuesto, Cabaret. ¿Quién no ha visto o escuchado a Lisa Minnelli en Cabaret?
El loco Berlín de finales de los año 20 donde todo
era posible y permitido. Intenté rastrear esa huella pero ya de aquel Berlín
queda más bien poco, poco más que su historia sus recuerdos y sus imágenes. Tal
vez la mítica sala Metropol de estilo Jugendstil
(versión alemana del Art Decó),
construida en 1906 por el suizo Albert Fröhlich y que en un origen fue un “palacio de ocio”
con cinco plantas destinadas a salas de juego,
cabarets, restaurantes y salas de fiestas. A finales de los años 20 Erwin Piscator
lo adquirió y lo transformó en un teatro de variedades del que fue intendente y
director. Más o menos de la época convulsa en que se desarrolla Cabaret, donde ya se estaba fraguando el caldo de cultivo del auge del Nacional Socialismo. Hoy el edifico
se mantiene más o menos restaurado (como
casi todo en Berlín) pie. La sala se
llama ahora “Goya” pero tenía pinta de haber cerrado o estar de reformas o de
obras (como casi todo en Berlín). Así son las cosas. El tiempo no perdona.
Antiguo edificio de la Sala Metropol, en la actualidad |
Fotograma de "Alemania, año Cero"
Y para acabar estas referencias cinéfilas, algunos títulos más: aquella película de culto
llamada “Yo, Christiane F” donde se retrataba la vida de una joven en el sórdido
Berlín de drogas y prostitución de principios de los 80, las típicas películas
que por aquellos años veíamos de tarde en tarde a precios reducidos en las llamadas entonces “sesiones golfas” de madrugada.
Recuerdo especial, aparte de la aparición y la música de Bowie, de la escena en que la protagonista y unos amigos tras una noche de descontrol, se refugian en lo alto de un edificio donde ven amanecer bajo la estrella giratoria y luminosa del logo de Mercedes-Benz, aún bien visible en el sky line de Berlín y que también aparece en la película de Wenders.
Y también, “Good Bye Lenin!” (2003), de Wolfgang Becker, que cuenta una curiosa historia de una madre firme defensora de los valores comunistas de la RDA que cae en coma y despierta tras la caída del muro y sus hijos deciden ocultarle el hecho y hacerle creer que siguen viviendo como si nada hubiera pasado, en una especie de museo del socialismo.
Música
Recuerdo especial, aparte de la aparición y la música de Bowie, de la escena en que la protagonista y unos amigos tras una noche de descontrol, se refugian en lo alto de un edificio donde ven amanecer bajo la estrella giratoria y luminosa del logo de Mercedes-Benz, aún bien visible en el sky line de Berlín y que también aparece en la película de Wenders.
Y también, “Good Bye Lenin!” (2003), de Wolfgang Becker, que cuenta una curiosa historia de una madre firme defensora de los valores comunistas de la RDA que cae en coma y despierta tras la caída del muro y sus hijos deciden ocultarle el hecho y hacerle creer que siguen viviendo como si nada hubiera pasado, en una especie de museo del socialismo.
Música
También a través de la música uno ha imaginado Berlín. El punk
operístico de Nina Hagen me puso
musicalmente a Berlín en el mapa. A propósito del punk, los mismísimos Sex Pistols hablaron del Muro de Berlín en "Holidays inthe Sun", una de las canciones de
su Never Mind the Bollocks de 1977.
Y por supuesto, David
Bowie a través de su disco y canción “Héroes",
inspirada en la relación sentimental de una pareja dividida por el muro.
Obviamente, el celebre "Another Brick In The
Wall", de Pink Floyd,
canción que el grupo de rock sinfónico incluyó en su alegato contra la
alienación, el álbum The Wall, que publicaron en 1979, el que Alan Parker
se inspiró años más tarde para hacer una compleja película del mismo título, donde mezclaba a actores con imágenes de archivo y espectaculares piezas de animación.
Lou Reed publicó en 1973 su disco Berlín y la canción del mismo título, abría el disco, aunque el tema ya formaba parte del repertorio de su anterior banda junto a Nico, la mítica Velvet Undergroud ...
Lou Reed publicó en 1973 su disco Berlín y la canción del mismo título, abría el disco, aunque el tema ya formaba parte del repertorio de su anterior banda junto a Nico, la mítica Velvet Undergroud ...
Leonard Cohen convirtió
Berlín en metáfora humana en su "First we take Manhattan".
Ya en tierra patria, Joaquín
Sabina grabó en 1990 la canción "El muro de Berlín" en su álbum Mentiras
Piadosas.
Arte
Arte
"Mujeres en Alexanderplatz" de E. L Kirchner, 1911 |
Las referencias artísticas sobre Berlín me vivieron especialmente a través del expresionismo alemán y más concretamente a través de los títulos de algunas obras de E. L Kirchner o los crudos dibujos y grabados de George Groz y Otto Dix.
Cómic
La otra referencia, mas reciente, la tengo en la novela gráfica a través de la trilogía sobre Berlín de Jason Luttes de la cual me he leído las dos primeras novelas Libro 1: Ciudad de piedras (elegida por la revista Time como una de las 10 mejores novelas gráficas de todos los tiempos) y Libro 2: Ciudad de humo.
En libros no tengo muchas referencias, tal vez “Nox” una novela que leí hace mucho
tiempo, Nox, de Thomas
Hettche, que ya no tengo (tal vez me la prestó un amigo) pero que a través de
internet he podido recuperar y refrescar su trama: Berlín en la noche del 9 de noviembre de 1989. el Muro ha
caído. El delirio colectivo recorre la ciudad. Mientras la gente del Este y del
Oeste se abrazan los unos a los otros, por las calles deambula una mujer que
guarda un oscuro secreto. Acaba de
cometer un asesinato. Confusa y perpleja, erra escrutando una ciudad
conmocionada por la alegría y la ilusión. Durante su vagabundeo en dirección al
Este cruza la “cicatriz”, la antigua frontera, que tanto se parece a la que
lleva en su cuerpo. Recrea, de forma surrealista, la noche de la
caída del Muro, una noche en la que todo parece posible...
Fin del viaje y de la primera crónica berlinesa , gracias.
2 comentarios:
josus josus!!!!! eres la leche! cuando te pones con algo es que no lo sueltas hasta que sacas el master. jajajajaj!!!!! Un beso
Awesome post.Thanks for sharing.This is so nice.
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