No es la primera vez ni será la última que me interese por ese otro arte que algunos llaman marginal, otros outsider art o como lo popularizara Jean Dubuffet, "Art Brut". Hace algún tiempo traje a mi museo imaginario la impresionante figura del artista psicótico Adolf Wölfli, autor de una obra inclasificable que influyó en artistas de la talla de Paul Klee y despertó el interés de la comunidad artística y psiquiátrica por el estudio y conocimiento del arte de las personas con discapacidad psíquica o mental.
Adolf Wolfli, Felsanau, Bern, 1907 | vía Max Madox1 en Flickr
En verdad, hay gente que en las condiciones mas insospechadas y adversas de reclusión, internamiento, soledad o marginación social extrema (en muchos casos todos estos factores aparecen unidos), son capaces de hacer arte casi con cualquier cosa y además, con desbordante imaginación. Hace algún tiempo conocí de cerca el trabajo de algunas de estas personas a raiz de mi experiencia como miembro de la Asociación Línea Paralela, donde nos propusimos como objetivo fomentar la autoestima de usuarios de salud mental a traves de talleres ocupacionales y propiciando encuentros y diálogos entre el arte y la discapacidad y que gracias al ofrecimiento de Pepe Lebrero, director entonces del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla hace algunos años , se pudo organizar allí in situ -y sobre las propias exposiciones- interesantes talleres para usuarios de salud mental impartidos por grandes profesionales del arte y la salud mental. Desde entonces, esta institución tiene un programa especial de visitas para discapacitados psíquicos.
Fruto también de mi experiencia en la Asociación "Línea Paralela" escribí hace algunos años un artículo titulado "Cartografías olvidadas de la mente"
" Cartografías Olvidadas de la mente" supone una inmersión, un pequeño viaje por el gran mapa de la condición humana. En dicho viaje haremos escala en lugares que son puntos de encuentro, hitos para la reflexión y el diálogo. Lugares donde quizá debamos, como oteadores de la terrorífica soledad mental del hombre contemporáneo, posicionarnos como vigías del complejo mundo en que vivimos"
Pero de quien verdaderamente quería hablar en este post es de la figura de Miroslav Tichý, un personaje único y peculiar que durante gran parte de su vida vivía en la marginalidad y indigencia y aún así conseguía fabricarse rudimentarias cámaras con las que fotografiaba sus peculiares obsesiones.
Cámara casera de Miroslav Tichý |vía Petapixel
Miroslav Tichy fue un fotógrafo de historia y obra única. Nacido en la República Checa en 1926 fue fotógrafo entre los años 60 al 85 donde tomó miles de fotos a escondidas a mujeres de su pueblo natal en Kyjov. Utilizaba rudimentarias cámaras caseras hechas por él mismo y las revelaba en su propia casa creando además rústicos marcos para sus imágenes. Sus fotografías eran únicas y la mayor parte fueron destruidas por él mismo. Fue reconocido como fotógrafo recién en 2004 y su obra expuesta en importantes galerías e instituciones. Lo triste y paradójico es que vivió hasta el final de sus días preso de la demencia en su natal Kyjov.
Miroslav Tichý y uno de sus artilugios fotográficos
En el pueblo era considerado más un excéntrico que otra cosa, fue arrestado en varias ocasiones por sacar fotografías en piscinas publicas, pero al final llego a ser considerado como una rareza más del lugar. Algunas de las mujeres fotografiadas incluso posaban al enfrentarse a las improbables cámaras sin darse cuenta quizás que estas de verdad funcionaban.
Fuente: http://altfoto.com/ de los datos biográficos y las dos fotografías de Miroslav Tichý
1 comentario:
Vi una exposición de Tichy en Madrid hace tres años. Mirography se titulaba, o algo así. Me pareció extraordinario. Con tu permiso me quedo por aquí. Te animo a visitar mi blog.
Un cordial saludo
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