Hacía tiempo que no publicaba por aquí ninguno de mis haikus. Por suerte o por desgracia, dispongo ahora de tiempo para sacar adelante todo esas cosillas que yacen olvidadas en los viejos cuadernillos Moleskine o en el polvo de la memoria. Recientemente, explorando la maravillosa Costa Vicentina del sur de Portugal, me topé con esta imagen: un conjunto de cigüeñas anidando y criando en unas imponentes atalayas al borde mismo de unos acantilados de vértigo y con el encrespado mar rugiendo más abajo. la belleza de la escena me sobrecogió de tal manera que, aparte de hacerles algunas fotografías , escribí y les dediqué estos tres haikus, cáspulas de poesía como las llama Octavio Paz en su introducción a Sendas de Oku de Matsuo Basho.
Nido y cigüeña.
El oleaje se apiada
de su atalaya
Ni el bravío mar
siquiera pretende
mojar el nido
siquiera pretende
mojar el nido
Remanso de paz,
en el azogue del mar
crían las cigüeñas.
en el azogue del mar
crían las cigüeñas.
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