Fotografía de Agustín Muñoz Luna vía Las aventuras de Neme
"Peine del viento" La Concha, San Sebastián , obra de Eduardo Chillida
Ya, robos de obras de arte ha habido muchos, algunos muy sonados como aquel famoso de La Gioconda en el Louvre, donde hasta el mismísimo Picasso aliado con su "troupe" parisina estuvo supuestamente implicado y de cuya historia hace no mucho el cineasta Fernando Colomo hizo una película : "La Banda Picasso". Lo conté tiempo atrás por aquí.
¿Y qué decir del robo en Oslo de famoso cuadrito "El Grito" de Edvard Munch robado al menos dos veces (creo que 3) en menos de 10 años? Lo ladrones en el primer robo dejaron una nota que decía "Gracias por la falta de seguridad". Ahí queda eso.
O aquel otro sonado robo en el domicilio de las empresaria y millonaria Esther Koplowitz en Agosto de 2001 cuando le fueron sustraídas obras de Brueghel, Goya, Pisarro, Sorolla y otros reconocidos y cotizados artistas. En aquella ocasión los ladrones reconvertidos para la ocasión en traficantes de obras de arte, cayeron rápidamente en manos de la policía al cometer errores de aficionados en el tema del lucrativo mercado del arte.
O en otro sentido, no ya del robo sino de la intervención artística sean museos y galerías, vulnerando las medidas de seguridad como hiciera el popular y esquivo artista urbano, Banksy al colarse en algunos museos y colgar sus propias obras en ellos, siempre críticas con el "estabilismen" del arte. Este artista ha abierto la "veda" y otros también han seguido su estela poniendo en tela de juicio no solo la seguridad sino también ciertas cuestiones en relación a la "sacralización" y comercialización de los espacios culturales.
Obra de Bansky 'expuesta' en el
Museo de Brooklyn, Nueva York
Y volviendo a los chatarreros de mi barrio y al robo de las obras de Picasso, Chillida y compañía, al poco de ocurrir, se empezó a especular si tras dicho robo se encontraban bandas profesionales e internacionales "expertas" en este tipo de robos que a modo de "mercenarios" eran contratados por esos nuevos magnates y capos del petróleo o las drogas, ansiosos de colgar en sus mansiones estas obras tan deseadas. Pero la realidad fue bien distinta, nada de ladrones profesionales y nada de bandas internacionales, pues a ninguno de ellos se le ocurriría como se le ocurrió a uno de estos ladronzuelos, vender una de las obras robadas -una escultura en hierro de Chillida- al "peso" a un chatarrero de Getafe, la misma localidad en la que se cometió el espectacular robo. Pues eso, hay muchos mundos y todos están en éste. El del arte, el de los chatarreros y el de la gente de a pie.
Chatarreros en Madrid